“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”

Oración inicial

Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, alegre por la venida de tu Hijo en carne mortal, y haz que cuando vuelva en su gloria, al final de los tiempos, podamos alegrarnos de escuchar de sus labios la invitación a poseer el reino eterno. Por nuestro Señor.

 

LECTURA (¿Qué dice la Palabra?)

Texto Bíblico: Lc 1, 39-45

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Con qué actitud iba la virgen María a visitar a Isabel?
  • ¿Cómo se llenó Isabel del Espíritu Santo?
  • ¿Qué palabras pronunció Isabel llena del Espíritu Santo?

 

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

El episodio de la visita de María a Isabel muestra otro aspecto bien típico de Lucas. Todas las palabras y actitudes, sobre todo el cántico de María, forman una gran celebración de alabanza. Parece la descripción de una solemne liturgia. Así, Lucas evoca el ambiente litúrgico y celebrativo, en el cual Jesús fue formado y en el cual las comunidades tenían que vivir su fe.

Lucas 1,39-40: María sale para visitar a Isabel. Lucas acentúa la prontitud de María en atender las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le habló de que María estaba embarazada e, inmediatamente, María se levanta para verificar lo que el ángel le había anunciado, y sale de casa para ir a ayudar a una persona necesitada. De Nazaret hasta las montañas de Judá son ¡más de 100 kilómetros! No había bus ni tren. Como María, salgamos también con prontitud a servir a quien necesite de nosotros.

Lucas 1,41-44: Saludo de Isabel. Isabel representa el Antiguo Testamento que termina. María, el Nuevo que empieza. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y completar toda la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar al niño en el seno de Isabel. La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres de casa visitándose para ayudarse. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: es aquí donde Lucas quiere que las comunidades (y nosotros todos) perciban y descubran la presencia del Reino. Las palabras de Isabel, hasta hoy, forman parte del salmo más conocido y más rezado en todo el mundo, que es el Ave María. Lucas resalta la forma en que Isabel trata a María: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?. María no es cualquier mujer, es la madre del Dios encarnado. Esta es la forma adecuada de trato hacia la mujer más grande y maravillosa.

Lucas 1,45: El elogio que Isabel hace a María. “Feliz la que ha creído que se cumplieran las cosas que le fueron dicha de parte del Señor”. Es el recado de Lucas a las Comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues tiene la fuerza de realizar aquello que ella nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de una virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que la acoge con fe.

 

ORACIÓN ¿Qué me hace decir a Dios la Palabra?

Señor, concédeme la gracia de llevarte siempre en mi corazón, como lo hizo María, que los demás puedan ver en mí tu rostro.

Quiero ser fiel a la misión que me has dejado, extender tu Reino entre los que me rodean. Concédeme pensar menos mis necesidades y más las de los demás. Que ponga, Señor, toda mi persona al servicio de los hermanos que pongas en mi camino. Jesús, que cada día crezcas más Tú en mí para que yo disminuya.

Amén.

 

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

  • Isabel fue capaz de reconocer a María y dar gracias a Dios. Piensa en las gracias que has recibido a lo largo de tu vida y agradece a Dios por las personas que han intervenido. Presenta ante el Señor las personas que te han ayudado y te ayudan.
  • «Partió María presurosa». Es decir, cuando se trata de hacer un bien, de alegrar a nuestros hermanos, de llevarles la buena nueva en nombre del Señor, es preciso obrar como nuestra Madre con premura. J. Segovia.

 

ACCIÓN (compromisos)

  • Toma la resolución de servir, por amor, a las personas con las que convives y tienes cerca. Y también con las más lejanas, como María que salió presurosa.
  • Como seguidor de Cristo, aprende a tratar a María como la trato Isabel.

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