LECTIO DIVINA
Oración inicial
Espíritu Santo, Fuente de toda Sabiduría, ilumina mi mente y abre mi corazón. Haz que esta Palabra sea viva y eficaz en mí. Ayúdame a no solo entender lo que leo, sino a hacer vida lo que aprendo. Que tu verdad me guíe, me corrija y me dé la perseverancia para seguir a Jesús.
Amén.
LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)
Texto Bíblico: Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contemplan, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Miren que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayan tras ellos.
Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto les servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, métanse bien en la cabeza que no tienen que preparar su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los entregarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus almas».
Palabra del Señor.
Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:
- ¿Qué evento predijo Jesús sobre el Templo y cuándo se cumplió esa profecía históricamente?
- ¿Cuál es la principal advertencia de Jesús para evitar ser engañados en tiempos de caos o “revoluciones”?
- Según el texto, ¿para qué servirá el ser perseguidos y entregados, y qué ayuda promete Jesús a sus discípulos?
- A pesar de todo el sufrimiento, ¿cuál es la doble promesa de Jesús sobre la protección de su vida y la salvación final?
MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)
El evangelio de este domingo, presenta a Jesús desmontando el orgullo humano. Sus discípulos están maravillados por la belleza y la riqueza del Templo de Jerusalén, un edificio imponente que parecía eterno. Pero Jesús les suelta una verdad muy cruda: “no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.” Estas palabras de Jesús se cumplieron en el año 70 (d.C) cuando el imperio romano destruyó Jerusalén y el Templo. Esto nos enseña una lección fundamental: todo lo que construimos en la tierra —nuestras carreras, nuestras riquezas, incluso nuestros grandes logros— son temporales y pasarán. Las cosas más sólidas a nuestros ojos son efímeras. Por eso, Él nos invita a no poner nuestra esperanza y seguridad en lo material, sino en algo que no puede ser destruido: la Palabra de Dios y la vida que Él nos ofrece.
Cuando los discípulos le preguntan, con algo de ansiedad, cuándo ocurrirá todo esto, Jesús les da una lección de discernimiento. Les advierte que no caigan en el pánico ni se dejen engañar por quienes digan tener la respuesta o proclamen el fin inminente (“Miren que nadie los engañe”). Las guerras, los desastres naturales, las hambrunas y las epidemias son parte del drama normal de la historia. Jesús dice: “es necesario que eso ocurra primero.” Él nos está enseñando que el caos y la crisis no son el fin de todo, sino señales de que la vida en la Tierra es inherentemente imperfecta y está en constante transformación. Lo importante no es adivinar la fecha del fin, sino mantener la calma y la fe en medio de la confusión.
Jesús luego cambia el foco de las catástrofes globales a algo mucho más personal y doloroso: la persecución. Les anuncia que serán perseguidos, llevados a la cárcel y a los tribunales, e incluso traicionados por su propia familia. Esto suena aterrador, pero Jesús le da un giro esperanzador: “Esto les servirá de ocasión para dar testimonio.” Es decir, la dificultad no es un castigo, sino una oportunidad. Cuando nos toca enfrentar la adversidad por causa de la fe, es Dios mismo quien nos respalda con su Espíritu de valentía. Jesús promete: “yo les daré palabras y sabiduría” que nadie podrá contradecir.
El corazón de este pasaje reside en la exhortación final: “con su perseverancia salvarán sus almas.” Esta es la clave teológica. A pesar de que la persecución pueda llevar a la muerte física (“ni un cabello de su cabeza perecerá” es una garantía de vida eterna, no de inmunidad física), el Señor asegura la seguridad del alma para quien es fiel. La perseverancia (hypomoné o resistencia activa) es la virtud que sella nuestro destino. No basta con empezar a creer; es necesario mantenerse firme y activo en la fe a lo largo del tiempo, haciendo de la fidelidad constante la forma en que el discípulo se apropia de la salvación prometida.
ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en comunidad.
- Señor, danos tu sabiduría para evitar el engaño y tu fortaleza para no ceder al pánico. Que la persecución sea nuestra ocasión para dar testimonio. Amén.
- Gracias, Jesús, por la promesa de que nuestra perseverancia salva el alma. Confiamos en que ni un cabello de nuestra cabeza perecerá bajo tu cuidado. Amén.
CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)
Cierra los ojos un momento e imagina que estás de pie con los discípulos, mirando la majestuosidad del Templo. Escucha el rumor de admiración por las “piedras de calidad”. Ahora, escucha a Jesús. Él no condena la belleza, pero revela su fragilidad: “no quedará piedra sobre piedra”. Este es el principio: todo lo que construyo, adorno y confío en este mundo (fama, riqueza, poder, estructuras) es temporal y caerá. Siente el pánico de los discípulos al oír sobre “guerras y revoluciones”. Jesús te mira y te dice: “No tengan pánico. Miren que nadie los engañe.” Su voz no es de amenaza, sino de consuelo y advertencia. Tu verdadera batalla no es contra lo que cae, sino contra el engaño. Aférrate a esta verdad: solo la perseverancia en Su Nombre es lo que permanece, lo que salva el alma, y es donde ni un solo cabello tuyo perecerá. Quédate con la solidez de Su promesa, no con la caída de las piedras.
ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica). Proponemos los siguientes:
- Cuestionar toda voz que ofrezca soluciones fáciles o declare que “ya llegó el tiempo”. No seguir modas ni pánicos espirituales.
- Convertir cada crítica o injusticia en una “ocasión para dar testimonio”, pidiendo la sabiduría para responder con paz.
- Enfrentar la prueba o el desánimo de hoy con la meta de “salvar el alma”. No ceder al pánico.
ORACIÓN FINAL
Padre Santo, te damos gracias por habernos hablado a través de tu Hijo. Concédenos la fortaleza para recordar que, aunque el mundo nos odie por causa de tu Nombre, ni un solo cabello de nuestra cabeza perecerá. Afirma nuestra esperanza en la promesa de que, con nuestra perseverancia, salvaremos nuestras almas. Que tu Espíritu nos dé las “palabras y sabiduría” necesarias para dar testimonio en todo momento.
Amén.



