Oración inicial
Jesús, me acerco en este día a escucharte con el corazón abierto. Tú sabes cuáles son mis ilusiones, mis sueños, mis deseos y sabes que, aunque aquí estoy en tu presencia, tengo la mente en las preocupaciones de mi vida ordinaria, pero vengo a compartir mi tiempo contigo, como la gente que te seguía en la ribera del mar de Galilea, y lo hago con mucho amor y generosidad. Confío además en tu providencia amorosa que nunca me abandona pues sabes perfectamente lo que necesito en cada instante.
LECTURA (¿Qué dice la Palabra?)
Lc 6, 39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del Señor.
Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:
a) ¿Quién es ciego y quién ve en el camino cristiano?
b) ¿Cómo dejamos de ser ciegos? ¿Por qué es importante ver claro?
c) ¿Cómo se relaciona la imagen de la mota en el ojo ajeno y la viga en el propio con la tendencia humana a juzgar a los demás? ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la autoevaluación?
d) ¿Qué significa ser un “buen árbol” que da “buen fruto” y un “mal árbol” que da “mal fruto” en términos de carácter y acciones? ¿Cómo podemos discernir el fruto en nuestras propias vidas y en las de los demás?
e) ¿Cómo se relaciona la idea de “tesoro del corazón” con los valores y prioridades que guían nuestras vidas? ¿Cómo podemos cultivar un “buen tesoro” en nuestro corazón?
MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)
El evangelio de hoy, tomado de san Lucas, contiene ricas enseñanzas de Jesús sobre la coherencia, la humildad y la importancia de las acciones y las palabras. Jesús utiliza varias metáforas y preguntas retóricas para invitar a sus oyentes a la reflexión y al autoexamen.
La imagen del ciego que guía a otro ciego es una poderosa ilustración de la necesidad de buscar la verdad y el conocimiento antes de intentar guiar a otros. En nuestra vida diaria, esto puede aplicarse a diversas situaciones, tanto sacerdotes que predican a sus feligreses, como padres que educan a sus hijos, también maestros que enseñan a sus alumnos o líderes que dirigen a sus equipos. Es fundamental que aquellos que tienen la responsabilidad de guiar a otros se aseguren de tener la autoridad moral y el conocimiento necesarios para hacerlo de manera efectiva.
La metáfora de la viga en el ojo propio y la mota en el ojo del hermano nos invita a la humildad y a la autoevaluación. A menudo, somos rápidos para señalar los defectos de los demás, pero ignoramos nuestros propios errores y debilidades. Antes de juzgar a los demás, es esencial que nos miremos a nosotros mismos y reconozcamos nuestras propias faltas. Esta práctica nos ayudará a ser más comprensivos y tolerantes con los demás.
La enseñanza sobre los árboles y sus frutos nos recuerda que nuestras acciones son el reflejo de lo que hay en nuestro corazón. Si queremos ser considerados buenos, no basta con decirlo, sino que debemos demostrarlo a través de nuestras acciones. Esto se aplica a todos los aspectos de nuestra vida, ya sea en el ámbito familiar, laboral o social. Nuestras acciones deben estar guiadas por principios como el amor, la justicia y la compasión.
Finalmente, Jesús nos dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Nuestras palabras son un reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos más profundos. Si nuestro corazón está lleno de bondad, nuestras palabras serán amables y constructivas. Pero si nuestro corazón está lleno de maldad, nuestras palabras serán hirientes y destructivas. Por lo tanto, es importante cultivar un corazón bondadoso y esforzarnos por hablar con amor y respeto hacia los demás.
ORACIÓN ¿Qué me hace decir a Dios la Palabra? Se pueden hacer oraciones espontáneas.
CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)
Preparación:
Buscamos un momento de tranquilidad y silencio.
Cierra los ojos suavemente y respira profundamente unas cuantas veces, permitiendo que tu cuerpo y tu mente se relajen.
Invoca la presencia del Espíritu Santo, pidiendo que te guíe en esta contemplación.
Contemplación:
La Imagen del Ciego:
Imagina la escena: dos personas ciegas, agarradas del brazo, intentando avanzar. Siente la confusión, la incertidumbre, el peligro inminente.
Pregúntate: ¿En qué áreas de mi vida estoy actuando como un ciego que intenta guiar a otros? ¿Dónde necesito reconocer mi propia ceguera?
Reflexiona: ¿Estoy dispuesto a admitir mis limitaciones y a buscar la verdadera luz de Cristo?
ACCIÓN (compromisos)
- Practicar la Auto-Reflexión Diaria:
- Dedica unos minutos cada día para examinar tus pensamientos, palabras y acciones.
- Pregúntate: ¿Dónde he sido rápido para juzgar a otros? ¿Qué “vigas” necesito sacar de mi propio ojo?
- Lleva un diario de reflexión para identificar patrones y áreas de mejora.
- Cultivar un “Tesoro del Corazón” Positivo”:
- Llena tu mente con pensamientos y contenidos edificantes: lee la Biblia, escucha música inspiradora, pasa tiempo en la naturaleza.
- Practica la gratitud, enfocándote en las bendiciones en tu vida.
- Evita la negatividad y las conversaciones tóxicas.
- Actuar con Coherencia e Integridad:
- Asegúrate de que tus acciones estén alineadas con tus palabras y tus valores.
- Cumple tus promesas y sé honesto en todas tus relaciones.
- Si cometes un error, admítelo y busca la reconciliación.
ORACIÓN FINAL
Amado Dios, te presentamos nuestros corazones, reconociendo la profunda verdad que nos revelado hoy. Ayúdanos a comprender la seriedad de guiar a otros cuando nosotros mismos estamos ciegos, y la hipocresía de juzgar la mota en el ojo ajeno mientras ignoramos la viga en el nuestro. Te pedimos que ilumines nuestras vidas, que nos permitas ver con claridad nuestras propias faltas y que nos concedas la humildad para buscar tu guía antes de intentar guiar a otros. Que la luz de tu verdad penetre en lo más profundo de nuestro ser, revelando cualquier incoherencia entre nuestras palabras y nuestras acciones.
Señor, te rogamos que transformes nuestros corazones, convirtiéndolos en terrenos fértiles donde solo crezcan frutos buenos. Permítenos comprender que un corazón lleno de tu amor y tu gracia es el verdadero tesoro que debemos cultivar. Que nuestras palabras y acciones sean un reflejo auténtico de la bondad que mora en nosotros, y que nuestro fruto sea testimonio de tu presencia en nuestras vidas. Líbranos de la hipocresía y de la falsedad, y ayúdanos a vivir con integridad, siendo coherentes en todo lo que decimos y hacemos.