“El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos”

Oración inicial

Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo. Necesito tu luz y tu verdad para poder vivir mis compromisos de vida espiritual y de trabajo, desde la perspectiva del amor. Quiero reconocerte en todo y en todos, como una expresión de mi entrega, por amor, a tu voluntad. Envía, amado Jesús, tu Espíritu Santo a mi vida porque necesito de su luz, de su fuerza, del gozo que me da. Quiero pedirte un favor muy especial, que a través del Evangelio de hoy y de la reflexión de mis hermanos yo pueda comprender mejor lo que quieres de mi.

Madre María, intercede por nosotros, enséñanos a ser como tú, a meditar la Palabra de Dios en el silencio de nuestro corazón. Amén.

 

LECTURA (¿Qué dice la Palabra?)

Texto Bíblico: Mc 10, 35-45

 En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir». Les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?». Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús replicó: «No saben lo que piden, ¿pueden beber el cáliz que yo he de beber, o bautizarse con el bautismo con que yo me voy a bautizar?». Contestaron: «Podemos». Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberán, y serán bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

Jesús, llamándolos, les dijo: «Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre ustedes: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.

 

Dividamos el texto: Esto ayuda muchísimo a abordar mejor el texto y descubrir las distintas ideas que transmite.

  1. La petición de Santiago (Jacobo) y Juan
  2.  La respuesta de Jesús
  3.  La reacción de los demás discípulos
  4.  La enseñanza de Jesús.

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Cómo puedes calificar la petición de Santiago y Juan de querer sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda en el reino glorioso de Jesús?
  • ¿Qué puede significar beber del cáliz de Cristo y bautizarse con el bautismo con que Cristo se va a bautizar? ¿Qué quiso enseñarles Jesús a través de estas imágenes a Santiago y Juan?
  • ¿Cuál fue la actitud de los demás discípulos cuando se enteraron de la petición de los zebedeos?
  • Jesús aprovecho lo ocurrido para enseñar algo fundamental en la comunidad cristiana: ¿Qué enseñó Jesús?

 

 MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra)
 

¡Ya están otra vez! Se puede perdonar que uno se pregunte cuán lentos son los discípulos para entender el mensaje de Jesús. Durante semanas les ha estado hablando acerca del Reino de Dios y de la conversión del corazón necesaria para que sean sus discípulos.

El episodio del Evangelio de este domingo muestra que, una vez más, no lo entienden. Esta vez se trata de Santiago y Juan, que junto con Pedro forman el ‘círculo íntimo’, el grupo de discípulos más cercanos a Jesús. Santiago y Juan piden los puestos de honor más altos cuando Jesús llegue a su ‘gloria’.

Aunque entienden que Jesús es el Mesías, no entienden qué tipo de Mesías es y qué tipo de Reino está trayendo. Mientras Jesús continúa hablando acerca del camino que seguirá su propia vida a través del sufrimiento, la muerte y la resurrección, los discípulos están tan centrados en sí mismos que ignoran sus palabras.

En lugar de dejar de lado la impetuosa petición de Santiago y Juan, Jesús intenta atraerlos más profundamente al insinuar el camino del verdadero discipulado. Utilizando dos motivos bíblicos, el cáliz (el destino que le espera a una persona) y el bautismo (no el sacramento, sino la idea de que pasar por las pruebas y los peligros es como atravesar aguas tormentosas y turbulentas), Jesús les pregunta si realmente pueden comprometerse a compartir su vida y su misión. Sin dudarlo, dicen: ‘podemos’, y Jesús afirma que lo harán. Pero, en cuanto a los puestos de honor, estos los debe asignar el Padre.

Los otros diez discípulos han estado cerca, escuchando la conversación entre Jesús, Santiago y Juan. Se indignan al oír su petición de ser los primeros y reclamar los puestos de honor para ellos -sin duda, ¡les hubiera gustado hacer lo mismo!

Jesús aprovecha la oportunidad para decirles, una vez más, que la verdadera grandeza en el Reino de Dios reside en el servicio abnegado a la humanidad.

La autoridad en medio del pueblo de Cristo no debe ejercerse ‘señoreando’ a los otros ni utilizando los cargos y capacidades para fines egoístas. La autoridad debe estar siempre al servicio y en beneficio de los demás. Los discípulos están llamados a ser servidores, no amos. A medida que seguimos a Jesús a través del Evangelio, vemos que su autoridad sobre los demonios, la enfermedad y la muerte, así como sus enseñanzas, siempre traen consigo la liberación, restauran la salud y la integridad y ponen a los demás en armonía con Dios y con el prójimo.

Ese es el modelo que a los discípulos que sigan. El único modo de entrar en la ‘gloria’ de Jesús es seguirle en el servicio abnegado a la humanidad, como quien entrega su vida en rescate por muchos. (Agradecimiento a portal carmelitano).

 

ORACIÓN ¿Qué me hace decir a Dios la Palabra?

Señor Jesús, para poder servirte mejor, dame un noble corazón. Un corazón fuerte para aspirar a los altos ideales y no a opciones mediocres. Un corazón generoso en el trabajo, viendo en él, no una imposición sino una misión que me confías.

Un corazón grande para el sufrimiento, siendo valiente soldado ante mi propia cruz y sensible cireneo para la cruz de los demás.

Un corazón grande para con el mundo, siendo comprensivo con sus fragilidades, pero inmune a sus ideologías y seducciones.

Un corazón grande para los hombres, leal y atento para con todos, pero especialmente servicial y delicado con los pequeños y humildes.

Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre apoyado en ti, feliz de servirte y servir a mis hermanos, mi Señor, todos los días de mi vida.

 

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

En este momento podemos poner música instrumental o canciones de adoración en un volumen adecuado. Permanezcamos por unos minutos en un silencio elocuente, con un espíritu contemplativo ante la mirada de Dios. Experimentemos la alegría, la paz, el gozo de sabernos amados, guiados y protegidos por el Padre. Dejemos que Cristo nos configure progresivamente con él en el seno de su corazón.

Ayuda para la contemplación:

Contempla la paciencia de Jesús con sus discípulos a los que una vez y otra trata de que se comporten más generosamente, «olvidándose» de los primeros puestos, tomando distancia de aquellos intereses que se nos presentan atractivamente, aunque no imprescindibles y prioritarios.

 

ACCIÓN (compromisos)

  • Cambia los intereses de tu vida, por las motivaciones de Jesús, siendo servidor y esclavo de todos. Hay muchas maneras de empezar.
  • En tu familia, trabajo, comunidad cristiana no busques privilegios, ni aplausos, ni reconocimientos, ni ser más que otros. Sé compañía, consuelo y ayuda para todos.
  • Revisa tu actitud y los motivos por los que colaboras o participas en la pastoral, comunidad o catequesis de tu parroquia, alguna ONG, ayudas a niños, enfermos y personas necesitadas, etc. ¿A qué te comprometes?

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