Oración inicial
Jesús, me acerco en este día a escucharte con el corazón abierto. Tú sabes cuáles son mis ilusiones, mis sueños, mis deseos y sabes que, aunque aquí estoy en tu presencia, tengo la mente en las preocupaciones de mi vida ordinaria, pero vengo a darte un poco de mi tiempo, como la gente que te seguía en la ribera del mar de Galilea, y lo hago con mucho amor y generosidad. Confío además en tu providencia amorosa que nunca me abandona pues sabes perfectamente lo que necesito en cada instante.
LECTURA (¿Qué dice la Palabra?)
Texto Bíblico: Mc 13, 24-32.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.
Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre’’.
Palabra del Señor.
Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:
- ¿En qué contexto o lugar se desarrolla la narración?
- ¿Qué personajes intervienen y cuáles eran sus actitudes?
- ¿De qué advierte o dice Jesús a sus discípulos?
- ¿Qué verbos o signos resaltan en la narración?
- ¿Qué palabras o frases resuenan en mí al leer este pasaje?
MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra)
“En aquellos días… en aquel tiempo”. Así comienzan la primera y la tercera lectura de la Misa de este domingo, refiriéndose a algo que está por suceder. “Después de la gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán…”. Esta descripción apocalíptica del Evangelio de Marcos, tremenda en sí misma, sería más terrible aún si todo concluyese aquí. Entonces sí que podrían asustarnos y amedrentarnos los agoreros de calamidades. Pero la palabra última no la tiene el cataclismo, la barbarie, toda suerte (mala en este caso) de injusticias y desmanes que nos presenta la crónica diaria de cada tramo de la historia, porque después de que todo esto suceda todavía quedará una palabra que escuchar.
El Evangelio de este domingo es un mensaje de esperanza, de invitación a preparar ya ese final esperanzado. Porque tras todas las tinieblas y tribulaciones, después de todos los horrores y los errores de nuestra andadura humana, vendrá el Hijo del hombre para decirnos su palabra eterna, la que hizo todo y la única que no pasará, para devolvernos con fuerza y con ternura la verdad de nuestra vida.
No se trata de temer ese día último como quien teme un final sin piedad, sino de vivir ese final atreviéndonos a ir escuchando ya cada día esa palabra postrera que escucharemos de los labios de Jesucristo. ¿No tiene nuestro mundo necesidad de testigos que escuchen esa palabra, que la testimonien en cada situación y circunstancia?
Somos llamados los cristianos a anticipar esa hora última, cuando en nosotros se puede escuchar otra palabra capaz de recrear todas las cosas, de hacerlas nuevas otra vez, y no fugazmente sino para siempre ya, cada día. Este es el tiempo cristiano, es el tiempo de Dios. (Agradecimientos a Jesús Sanz Montes, ofm.)
ORACIÓN ¿Qué me hace decir a Dios la Palabra?
En este momento, si la lectio se está haciendo en comunidad varios pueden participar haciendo una oración espontánea. También se puede hacer la siguiente oración:
Tú nos das, Señor, continuamente, signos de tu presencia y de tu acción salvadora, porque tú diriges nuestra historia y la conduces a la plenitud.
Te damos gracias por todo lo que eres y obras en nosotros.
Tú tienes palabras de vida eterna y nos acompañas en el caminar hasta el día en que vendrás con gloria a recoger a tu pueblo y ofrecernos tu salvación.
Te esperamos con fe y esperanza porque Tú eres Nuestro Salvador.
(C. Mushi)
CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)
Contempla como el mensaje de este evangelio te lo dirige Jesús a ti hoy. Es una invitación para que vivamos según el querer de Dios. Y estemos atentos a los signos de los tiempos, por eso es necesario vivir una auténtica vida interior. También es una invitación para que revisemos nuestra relación con Dios, con nuestros hermanos, la naturaleza y con nosotros mismos.
ACCIÓN (compromisos)
Repasa actitudes cotidianas en las que, actúas con pesimismo, desilusión, y desconfianza. Y comprométete a revertir estas actitudes. Así te preparas para que la venida de Jesús no te sorprenda.