“Espero en tu Palabra”

Oración inicial

Espíritu Santo, divino Consolador, te invoco con humildad en este momento en el que me dispongo a sumergirme en las Sagradas Escrituras. Ilumina mi mente, Señor, para que pueda comprender los profundos misterios que se esconden en cada palabra. Abre mi corazón, para que pueda recibir tu mensaje con humildad y aplicar tus enseñanzas a mi vida. Guíame con tu luz, para que pueda discernir tu voluntad y seguir tus caminos. Concédeme la gracia de escuchar tu voz, de sentir tu presencia y de experimentar tu amor. Que tu Palabra sea una lámpara a mis pies y una luz en mi camino. Amén.

 

LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)

Texto Bíblico: Lucas 1, 1-4; 4, 14-21. 

Puesto que muchos ya emprendieron la tarea de componer un relato de todos los acontecimientos que por voluntad divina se han cumplido entre nosotros, siguiendo la tradición que nos dejaron los que desde el principio fueron testigos oculares y luego se dedicaron al servicio de la palabra; también a mí me pareció oportuno, después de investigarlo todo cuidadosamente desde sus orígenes, ofrecerte, ilustre Teófilo, esta narración ordenada, para que compruebes la solidez de las enseñanzas que recibiste. Dando comienzo a su ministerio público, regresó Jesús del desierto a Galilea, revestido del poder del Espíritu. Su fama se extendió por toda la región. Y elogiado por todos, empezó a enseñar en las sinagogas de los judíos. Entonces fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías, y abriéndolo, encontró el pasaje donde dice: «El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ungió. Él me envió a llevar una buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos; a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.» Jesús cerró el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Este pasaje de la Escritura se ha cumplido al escucharlo hoy ustedes.»

Palabra del Señor. 

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo: 

  • ¿Qué me llama la atención de la introducción que Lucas hace a su Evangelio? ¿Qué significa para mí que este relato se base en testimonios de testigos oculares?
  • ¿Cómo entiendo la frase “lleno de la fuerza del Espíritu”? ¿Qué implica para Jesús y para nosotros?
  • ¿Cuál es el mensaje central del pasaje de Isaías que Jesús proclama en la sinagoga? ¿Qué impacto tiene este mensaje para mí hoy?

 

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

“Espero en tu Palabra”

Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, se trata de un día instaurado por el Papa Francisco para recordar la importancia de la Biblia en nuestras vidas. La Palabra de Dios es una luz que ilumina nuestro camino, un faro que nos guía en medio de las tormentas de la vida. Es un tesoro invaluable que nos ha sido entregado para que lo conozcamos, lo amemos y lo vivamos.

El lema de este año, “Espero en tu Palabra” (sal 119, 74), es un poderoso llamado a poner nuestra confianza en Dios y en sus promesas. En un mundo marcado por la incertidumbre y la confusión, la Palabra de Dios nos ofrece un ancla sólida y una esperanza firme. Al meditar en ella, encontramos respuestas a nuestras preguntas, consuelo para nuestras penas y fuerza para superar nuestros desafíos.

Precisamente en el evangelio de hoy encontramos esta frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». En Jesús se cumplen las promesas hechas en el Antiguo Testamentos. El texto nos dice, además, la gente «tenía los ojos clavados él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. Con este ejemplo hagámonos también nosotros esta pregunta: ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en Él?

Nos cuenta además el evangelio que Jesús actúa movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento divino. Si esto es así, con cuanta mayor razón nosotros debemos estar abiertos, por medio de la oración y los sacramentos, a la actuación del Espíritu Santo en cada uno de nosotros. 

Jesús es el ungido de Dios, que viene con un cometido muy especial: “Él me envió a llevar una buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos; a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.” En Jesús, la Palabra de Dios no se queda en mera letra, sino que se hace palabra que libera de la principal de las esclavitudes, la del pecado; en palabra que ilumina y aclara la mente para que comprendamos la voluntad de Dios; en palabra que anuncia un año, pero no un año más, sino un año de gracia, un año lleno del favor de divino. 

Al iniciar este 2025 queremos iniciarlo con estos sentimientos, con la confianza en que la Palabra de Dios hará de este año nuevo un año lleno de esperanza.

 

ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra?)

De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en voz alta a partir de lo reflexionado. También pueden pedir por necesidades particulares o de la comunidad).

 

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

Imagina la escena de Jesús en la sinagoga. ¿Qué palabras te dice? ¿Qué sentimientos te transmite? Pasa un momento en silencio, escuchando su voz interior.

 

ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).

  • Dedicaré todos los días un tiempo, aunque sea breve, a leer y a meditar la Biblia. 
  • Tendré un cuaderno para ir anotando mis preguntas y reflexiones sobre la Palabra de Dios.
  • Realizaré un curso bíblico o me uniré a un grupo de estudio bíblico (lectio divina).
  • Tendré paciencia y constancia al estudiar la Biblia. 
  • Elegiré a un sacerdote o un estudioso de la Biblia para que me ayude cuando tenga preguntas sobre la Sagrada Escritura.

 

ORACIÓN FINAL 

En tu caminar por nuestra tierra, has dado cumplimiento a las profecías antiguas: has llenado nuestros anhelos, has colmado nuestras esperanzas. ¡Oh Cristo, palabra hecha carne que cumples el hoy de la misericordia en tu viaje de amor, de perdón y de consuelo a todos los hombres!, acoge nuestras súplicas en favor de todos los que, también hoy, necesitan tu visita de gracia y perdón. Necesitamos que nos liberes de nuestro vicios y pecados, necesitamos que sanes nuestra ceguera y podamos caminar según tu voluntad, necesitamos hoy, más que nunca, de tu presencia. Amén.

 

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