“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”

Oración inicial

Señor Jesús envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

 

LECTURA (¿Qué dice la Palabra?)

Texto Bíblico: Marcos 10, 2-16

 En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?». Él les replicó: «¿Qué les ha mandado Moisés?». Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza en su corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio». Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí: no se lo impidan, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad les digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Cuál es la pregunta que le hacen a Jesús? ¿Qué problemas tiene esta pregunta?
  • ¿Qué responde Jesús?
  • ¿Qué puede significar eso de ser una sola carne?
  • ¿Qué implicaciones puede traer la frase “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre?
  • ¿Cuál es el pecado de adulterio?

 

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra)

Unos fariseos se acercan a Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntaron: ¿es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? Como en otras ocasiones a los fariseos no les interesaba mayormente la institución del matrimonio, o los derechos de la mujer, acaso ni siquiera los del hombre en este caso, sino ver cómo respondía Jesús a una pregunta tan hábilmente capciosa. Si respondía que no era lícito, se oponía a importantes escuelas rabínicas, y a una mayoritaria práctica por parte de tantos judíos (empezando por el mismo Herodes que vivía adúlteramente con la mujer de su hermano, cuya denuncia costó la vida al Bautista). Si respondía que era lícito, podían reprocharle que iba contra el Génesis como proyecto originario de Dios. La respuesta de Jesús fue clara: la verdad es la verdad, independientemente de lo que digan los sondeos de opinión, la praxis mayoritaria o cualquier muestreo estadístico.

Lo propuesto por Jesús al respecto es estar siempre alimentando la llama que un día hizo nacer el amor entre dos personas. Ni el amor ni el odio pueden improvisarse: la indiferencia es fruto de una dejadez, de haber apagado lentamente el fuego del amor. El día de la boda es el día en que un hombre y una mujer comienzan a casarse, repitiéndose cada día, en cada circunstancia aquél «sí» que fue solamente el punto de partida. Por lo complejo que tantas veces es ser fiel, perdonarse, acogerse, volver a empezar, Dios no asiste a la boda como espectador, sino como contrayente (¡es un sacramento!): el matrimonio cristiano es cosa de tres, el hombre, la mujer y Dios. Lo que es imposible tantas veces para la pareja humana, Dios –que también forma parte de ese matrimonio – lo hace posible.  (Por: Fr. Jesús Sanz Montes, ofm).

 

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

En este momento podemos poner música instrumental o canciones de adoración en un volumen adecuado. Permanezcamos por unos minutos en un silencio elocuente, con un espíritu contemplativo ante la mirada de Dios. Experimentemos la alegría, la paz, el gozo de sabernos amados, guiados y protegidos por el Padre. Dejemos que Cristo nos configure progresivamente con él en el seno de su corazón.

En medio del silencio, se puede hacer una reflexión en tono contemplativo, no charla, sobre el verdadero amor en el matrimonio.

 

ORACIÓN ¿Qué me hace decir a Dios la Palabra?

En este momento, si la lectio se está haciendo en comunidad varios pueden participar haciendo una oración espontánea. También se puede hacer la siguiente oración:

Oración de los esposos:

Señor, nuestro Dios te bendecimos por tomar en tus manos nuestro amor. Ayúdanos a cumplir nuestra misión. Ven a compartir nuestra vida. Ayúdanos a formar a nuestros hijos, a ser testigos de tu amor en nuestra familia y en la comunidad. Danos fuerza en los desalientos. Comparte nuestras alegrías. Señor, bendice nuestro amor. Amén.

 

ACCIÓN

  • Ayuda a amigos o jóvenes que están en su vida de noviazgo para que se preparen seriamente al matrimonio.
  • Hoy ten un detalle de amor con tu pareja.
  • Acostúmbrate a orar con tu conyugue.
  • Haz el propósito de mejorar la calidad del diálogo en tu vida matrimonial.

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