El Espíritu Santo les irá recordando todo lo que les he dicho

LECTIO DIVINA

Oración inicial

Espíritu Santo, fuente de luz y sabiduría, ven sobre nosotros mientras nos disponemos a explorar las Sagradas Escrituras. Ilumina nuestras mentes para comprender la profundidad de la Palabra de Dios, abre nuestros corazones para acoger su verdad transformadora y fortalécenos para vivir conforme a sus enseñanzas. Guíanos en este estudio, para que encontremos en él la guía, el consuelo y la inspiración que necesitamos para seguir los caminos del Señor.

Amén.

LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)

Texto Bíblico: Juan 14, 23-29

Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Palabra del Señor

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • El texto menciona que “El que me ama guardará mi palabra”. ¿Qué crees que implica guardar la palabra de Jesús en la vida diaria de una persona, más allá de la simple obediencia?
  • Jesús habla del Paráclito, el Espíritu Santo, como quien “os lo enseñará todo y os irá recordando todo lo que os he dicho”. ¿De qué manera crees que el Espíritu Santo cumple esta función de enseñanza y recordatorio en la experiencia espiritual de los creyentes?
  • Jesús les dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre la paz que ofrece Jesús y la paz que ofrece el mundo, y cómo se manifiesta esa diferencia en la vida de quienes la reciben?

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

En el evangelio de este domingo, Jesús nos revela una promesa profunda y consoladora: la íntima presencia de Dios en aquellos que le aman y guardan su palabra. No se trata de una presencia distante o meramente simbólica, sino de una morada, un hogar que el Padre y el Hijo establecen en el corazón del creyente. Esta promesa trasciende la comprensión puramente intelectual y nos invita a una experiencia viva y transformadora de la divinidad. El amor a Jesús se manifiesta concretamente en la obediencia a sus enseñanzas, creando así el espacio para que la Trinidad misma habite en nosotros.

Esta inhabitación divina trae consigo un don inestimable: el Espíritu Santo, el Paráclito, el Consolador. Jesús lo presenta como aquel que nos enseñará todas las cosas y nos recordará todo lo que él nos ha dicho. En un mundo lleno de confusión y olvido, el Espíritu Santo se convierte en nuestra guía interna, iluminando nuestra mente y fortaleciendo nuestra memoria espiritual. Él no trae una doctrina nueva, sino que profundiza y actualiza las palabras de Jesús en nuestro presente, permitiéndonos comprender su significado pleno y aplicarlo a nuestra vida cotidiana.

La paz que Jesús ofrece no es una mera ausencia de conflictos externos, sino una profunda serenidad interior que trasciende las circunstancias. Es una paz que el mundo no puede dar, arraigada en la confianza en el amor incondicional del Padre. En medio de las tribulaciones y los desafíos, esta paz actúa como un ancla firme, sosteniéndonos y permitiéndonos mantener la esperanza. Es el fruto de la presencia de Dios en nosotros, una certeza silenciosa que nos asegura que no estamos solos.

La partida de Jesús, aunque dolorosa para sus discípulos, es presentada como una condición necesaria para la llegada del Espíritu Santo. Su ascensión al Padre no es un abandono, sino un paso hacia una presencia más universal e íntima a través del Espíritu. Esta perspectiva nos invita a trascender la tristeza de la separación física y a comprender el plan divino en su totalidad. La alegría que Jesús menciona surge precisamente de esta comprensión: su glorificación es nuestra glorificación, y su partida abre la puerta a una nueva forma de comunión.

En definitiva, el evangelio de este domingo sexto de pascua nos ofrece una visión esperanzadora de la relación entre Dios y la humanidad. A través del amor y la obediencia, se establece una morada divina en nuestro interior, sellada por la presencia del Espíritu Santo que nos guía y nos recuerda las enseñanzas de Jesús. Esta unión íntima nos concede una paz que el mundo no puede ofrecer, una paz que florece incluso en medio de la aparente ausencia. Es una invitación a vivir en la certeza de la presencia amorosa de Dios, un regalo que transforma nuestra existencia y nos impulsa a vivir según su voluntad.

ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en voz alta a partir de lo reflexionado. También pueden pedir por necesidades particulares o de la comunidad).

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

Cierra tus ojos por un momento, respira profundamente y trae a tu mente estas palabras de Jesús: “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.” Visualiza esa morada, ese espacio íntimo dentro de ti que Él desea habitar. ¿Qué significa para ti amar a Jesús de tal manera que guardes su palabra? Siente la promesa de que no estarás solo, que Él y el Padre desean establecer su presencia en lo más profundo de tu ser. Permite que esta verdad resuene en tu corazón.

Ahora, piensa en el Paráclito, el Espíritu Santo. Jesús nos dice que Él nos lo enseñará todo y nos recordará sus palabras. Imagina al Espíritu como una voz suave y constante dentro de ti, que te ilumina y te trae a la memoria lo que necesitas en cada momento. ¿Estás escuchando esa voz? ¿Le das espacio para que te guíe y te enseñe? Finalmente, siente la paz que Jesús te ofrece: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.” ¿Qué diferencia hay entre la paz que el mundo te promete y la paz que Él te ofrece? Deja que esa paz verdadera disipe cualquier turbación o cobardía en tu corazón, sabiendo que, incluso en las despedidas o incertidumbres, Su amor y Su plan son inquebrantables.

ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).

  • Amar en acción: Cada día, preguntarme: ¿Refleja esta decisión mi amor por Jesús y Su palabra? Busco alinear mis actos con mi fe.
  • Escucha interior: Dedicar un momento diario a la quietud, pidiendo al Espíritu Santo que me guíe y recuerde las enseñanzas de Jesús.
  • Paz vs. Ansiedad: Cuando me sienta turbado, recordar activamente que la paz de Jesús es diferente y elegir confiar en Él, no en las circunstancias.

ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, te damos gracias por tu palabra viva que nos guía y nos invita a una relación de amor profundo. Que el Espíritu Santo, el Paráclito, nos recuerde continuamente tus enseñanzas y las haga vida en nosotros, para que podamos guardar tu Palabra no por obligación, sino por el gozo de amarte. Te pedimos tu paz, esa paz que el mundo no puede dar, para que nuestros corazones no se turben ni se acobarden ante los desafíos, sino que confíen plenamente en tu amor, en tu plan y en tu promesa de que siempre estás con nosotros.

Amén.

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