No he venido a traer paz sino división

LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor Jesús, te doy gracias por este momento de encuentro contigo. Abre mi corazón y mi mente para que pueda escuchar tu voz a través de tu Palabra. Que no solo lea, sino que medite y viva lo que hoy me quieres enseñar. Despoja mi alma de toda distracción y llena mi espíritu con tu luz, para que tu Evangelio transforme mi vida.

Amén.

LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)

Texto Bíblico: Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Palabra del Señor.

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • Cuando Jesús dice “He venido a prender fuego a la tierra”, ¿qué simboliza este fuego en el contexto de su misión y cómo se relaciona con el “deseo” que lo consumía?
  • Jesús menciona un bautismo con el que tiene que ser bautizado. ¿Qué tipo de bautismo es este, y por qué le causa tanta angustia hasta que se cumpla?
  • El texto indica que Jesús no vino a traer paz, sino división. ¿Cuál es la causa o el motivo de esta división, según lo que describe el pasaje?

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

El evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que no es solo manso y amable, sino vehemente y apremiante. Él dice que vino a traer “fuego a la tierra” y que desea mucho que ese fuego ya esté encendido. Este fuego no es para destruir sin sentido, sino un fuego que purifica y transforma, como el que se usa para limpiar algo y dejarlo mejor. Es el fuego del plan de Dios, que Jesús quiere ver hecho realidad rápido, aunque le cueste un gran sufrimiento, un “bautismo” doloroso que Él está listo para vivir salvándonos de esa manera.

La parte donde Jesús habla de que Él traerá división es, quizás, la más difícil de entender. Él no busca que las familias se peleen, sino que su mensaje, el Evangelio, es tan poderoso y verdadero que actúa como una espada. Esta espada no corta carne, sino que separa lo que es real de lo que es falso en nuestros corazones y en nuestras relaciones. Imagina que tienes una idea muy arraigada o una forma de vivir, y de repente, el mensaje de Jesús te muestra una verdad diferente, una forma de vivir basada en el amor de Dios que choca con tus costumbres o con las de tu familia.

Es ahí donde surge la división que Jesús menciona. Cuando una persona decide seguir a Jesús con todo su corazón, esta elección puede ser tan radical que no todos en su familia la entiendan o la acepten. Por ejemplo, si uno empieza a perdonar a quienes le hacen daño, a ayudar a los necesitados o a poner a Dios primero en su vida, mientras que otros en su familia tienen valores muy distintos, esto puede generar roces. No es que Jesús quiera que nos separemos de nuestras familias, sino que el amor a Dios y a su verdad debe ser nuestra prioridad más alta. Esto puede llevar a que un hijo esté en desacuerdo con sus padres, o una nuera con su suegra, porque los valores del Evangelio son diferentes a los valores del mundo. Es doloroso, sí, pero es la consecuencia de elegir la luz.

Este pasaje nos invita a pensar con sinceridad: ¿estamos dispuestos a dejar que el “fuego” del Evangelio cambie nuestra vida, limpiando lo que no sirve y guiándonos hacia lo que es verdad? Esa división de la que habla Jesús no es solo entre familias, muchas veces empieza dentro de nosotros mismos. Es cuando la verdad de Cristo choca con nuestra comodidad, nuestros prejuicios o nuestras cosas más queridas. Seguir a Jesús nos pide revisar constantemente nuestras relaciones y lo que consideramos importante, para que todo esté alineado con lo que Dios quiere, incluso si esto significa que no todos nos entiendan o nos apoyen.

Al final, nuestro evangelio de hoy es un llamado a ser valientes y a ser fieles a Jesús por encima de todo. Jesús nos muestra lo comprometido que estaba con el plan de su Padre, un compromiso que lo llevó hasta la cruz y que cambió el mundo para siempre. Él nos invita a unirnos a Él en esa misión, a aceptar el fuego purificador de su mensaje en nuestras vidas y a llevar esa verdad a los demás, aunque el camino sea difícil y nos pida tomar decisiones que generen separación. Nos recuerda que la verdadera paz no es no tener problemas.

ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en voz alta a partir de lo reflexionado. También pueden pedir por necesidades particulares o de la comunidad.

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

Te invito a que cierres suavemente los ojos y en tu interior repite la palabra paz. Ahora, visualiza el fuego que Jesús vino a prender en la tierra, un fuego que no destruye, sino que purifica, y pregúntate qué cosa en tu vida necesita ser tocado y transformado por esa llama. Luego, medita en la angustia que él sentía ante el bautismo de su pasión, el sufrimiento que sabía que le esperaba, y reflexiona sobre los propios momentos de angustia y prueba en tu vida, viéndolos como parte de un camino en el que Dios nos conduce. Finalmente, contempla la división de la que habla, que no es un llamado al conflicto, sino a una elección radical y profunda de fe, y considera con qué o con quién eliges ser fiel, incluso si eso significa tomar un camino diferente al de los demás.

ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).

  • Acepta el fuego purificador: Pide al Espíritu Santo que te muestre un área de tu vida que necesite ser purificada y entrégala a Él con fe.
  • Abraza tu cruz: Ofrece a Dios una dificultad o sufrimiento que estés viviendo, uniéndolo a la cruz de Cristo, y confía en que Dios tiene un plan para ti a través de esa cruz.
  • Elige la lealtad radical: Toma la decisión de priorizar tu relación con Dios por encima de cualquier comodidad, conveniencia o aprobación.

ORACIÓN FINAL 

Señor Jesús, te damos gracias por Tu palabra, que es viva y eficaz. Gracias por el fuego que nos purifica, por la valentía que nos infundes para abrazar nuestra cruz, y por la claridad que nos das para elegir la lealtad radical a Ti.

Ayúdanos a llevar esta Palabra en nuestros corazones y a vivirla en nuestras acciones. Concédenos que podamos avivar en nosotros un amor ardiente que se imponga sobre cualquier temor o división.

Amén.

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