Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; al Dios que es, al que era y al que ha de venir

LECTIO DIVINA

Oración inicial

Querido Padre Celestial, al iniciar este momento de lectura orante de tu Santa Palabra, te pedimos que envíes a tu Espíritu de la Verdad, tal como Jesús nos prometió. Abre nuestras mentes y corazones para que podamos comprender tus palabras, que Él tome de lo tuyo y nos lo anuncie, revelando la persona de Jesús y guiándonos a toda verdad. Que este tiempo no sea solo lectura, sino un encuentro vivo contigo, transformando nuestras vidas según tu voluntad.

Amén.

LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)

Texto Bíblico: Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor.

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • En estos versículos, Jesús habla de que el Espíritu de la Verdad “los guiará a toda la verdad”. ¿Qué implicaciones tiene esta promesa para la forma en que entendemos la revelación divina y el continuo discernimiento de la fe a lo largo de la historia?
  • Jesús menciona que el Espíritu “no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga”. ¿Cómo podemos discernir la voz del Espíritu en nuestra vida personal y comunitaria, diferenciándola de otras voces o influencias?
  • El pasaje concluye diciendo que el Espíritu “tomará de lo mío y se lo anunciará a ustedes”. ¿De qué maneras concretas el Espíritu Santo nos revela y nos hace comprender más profundamente la persona y la obra de Jesús en la actualidad?

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

El evangelio de hoy nos cuenta que Jesús, antes de dejarnos para volver al Padre, habló con sus discípulos. Les dijo: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden entender.” ¡Qué sabio es Jesús! Él sabe que no podemos asimilar todo de golpe. Nos promete un ayudante muy especial: el Espíritu Santo, a quien llama el “Espíritu de la Verdad”. Este Espíritu no inventará cosas nuevas, sino que nos ayudará a entender mejor todo lo que Jesús ya nos enseñó. Es como si el Espíritu Santo nos abriera el corazón y la mente para que la Palabra de Dios entre y se quede en nosotros. Este día, la Santísima Trinidad, celebramos cómo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo trabajan juntos por nosotros.

Jesús nos revela una verdad fundamental: “Todo lo que tiene el Padre es mío.” Esta afirmación es crucial porque nos muestra que Jesús es igual a Dios Padre. Y el Espíritu Santo, que recibe de Jesús y que “procede del Padre y del Hijo”, también nos comunica la misma verdad y el mismo amor. No estamos hablando de tres dioses, sino de un solo Dios en tres personas divinas. El Padre es quien crea todo, Jesús es quien nos salva y nos revela al Padre, y el Espíritu Santo es quien nos guía y nos da fuerza en nuestra vida diaria. Es un misterio de amor inmenso, una familia divina perfecta que nos invita a formar parte de ella. Como sabiamente dijo San Agustín, “Dios es una unidad y una trinidad. Uno por la divinidad, trino por las personas,” lo que nos ayuda a entender esta profunda verdad de nuestra fe.

Piensa en la Santísima Trinidad como la forma en que Dios se nos ha mostrado: un Padre que nos ama infinitamente, un Hijo que se hizo hombre para salvarnos y nos enseñó el camino, y un Espíritu Santo que vive en nosotros y nos ayuda a seguir ese camino. El pasaje del evangelio de hoy nos muestra que Dios no nos deja solos. Después de que Jesús subió al cielo, envió al Espíritu para que no estuviéramos huérfanos, sino siempre acompañados y guiados. Es un Dios que se entrega y se comunica con nosotros de muchas maneras, todo por amor.

En este día de la Santísima Trinidad, recordamos que el Espíritu Santo sigue actuando en nuestras vidas y en la Iglesia. Él es quien nos da la sabiduría para entender la Biblia, la fuerza para hacer el bien, y la paz para afrontar los problemas. Nos ayuda a amar a Dios Padre y a seguir el ejemplo de Jesús. La Trinidad no es una idea complicada solo para teólogos; es la realidad de un Dios que es puro amor, una comunión perfecta que nos invita a vivir en amor y unidad. Es la base de nuestra fe, la fuente de nuestra alegría y la meta de nuestra esperanza.

Este misterio de la Santísima Trinidad, aunque grande e incomprensible en su totalidad, es el corazón de nuestra fe. Nos revela un Dios que es comunidad, que es relación. No es un Dios solitario, sino un Dios que se da en amor, y nos llama a participar de ese amor. Cuando amamos a nuestro prójimo, cuando perdonamos, cuando servimos, estamos reflejando ese amor trinitario en el mundo. La Trinidad nos enseña que el amor es la esencia de Dios y que somos creados a su imagen, llamados a vivir en comunión.

ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en voz alta a partir de lo reflexionado. También pueden pedir por necesidades particulares o de la comunidad).

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

Imagina a Jesús, en sus últimas horas con los discípulos, compartiendo una verdad profunda: “Muchas cosas me quedan por decirles, pero ahora no las pueden soportar.” Siente esa paciencia infinita, ese amor que respeta nuestro tiempo y capacidad. Luego, escucha la promesa del Espíritu de la Verdad, quien vendrá para guiarnos “a toda la verdad”. Este Espíritu no habla por su propia cuenta, sino que toma de lo que es de Jesús y nos lo anuncia, glorificando así al Hijo. Visualiza esa guía como una luz suave que ilumina tu camino, revelando capas de significado en las enseñanzas de Cristo y preparándote para lo que vendrá. Es una voz humilde que no te fuerza, sino que te invita a una comprensión más profunda y a una conexión íntima con la sabiduría divina.

El Espíritu, al tomar de lo que es de Jesús, nos conecta directamente con la inmensidad del Padre, recordándonos que “todo lo que tiene el Padre es mío”. Siente esa unidad profunda, esa red de amor trinitario que te envuelve. Esta contemplación te invita a abrirte a esa guía constante, a discernir la voz del Espíritu en medio del ruido, y a permitir que Él te revele la gloria de Jesús en tu vida diaria. Confía en esta asistencia divina que no te abandona, sino que te acompaña en cada paso, desvelando poco a poco la plenitud de la verdad y capacitándote para vivir en la gracia y el propósito divino.

ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).

  • Haz silencio para escuchar: Dedica unos minutos cada día a estar en calma, pidiendo al Espíritu que te hable. Presta atención a las ideas o la paz que te lleguen.
  • Lee la Biblia con el corazón: Antes de leer la Palabra de Dios, pídele al Espíritu Santo que te ayude a entenderla y a aplicarla a tu vida hoy.
  • Refleja a Jesús en tus actos: Busca formas de mostrar el amor y la compasión de Jesús en tu día a día, glorificándolo con tus acciones y palabras.

ORACIÓN FINAL 

Amado Señor, te damos gracias por el don de tu Palabra y por la guía de tu Santo Espíritu en este tiempo de lectura orante de la Palabra. Te pedimos que todo lo que hemos reflexionado hoy arraigue profundamente en nuestros corazones y mentes, transformándonos para vivir más plenamente según tu voluntad. Que el Espíritu de la Verdad siga revelándonos a Jesús y que nuestras vidas glorifiquen tu nombre cada día.

Amén.

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