Marta lo recibió. María ha escogido la mejor parte

LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor y Dios nuestro, al abrir hoy tu Santa Biblia, te pedimos que abras también nuestra mente y nuestro corazón a tu Palabra. Ilumínanos con tu Espíritu Santo para comprender tus verdades, discernir tu voluntad y aplicar tus enseñanzas a nuestra vida diaria. Que este tiempo de estudio no sea solo de conocimiento, sino de encuentro contigo, transformándonos y fortaleciéndonos para vivir conforme a tu amor y a tu verdad.

Amén.

LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)

Texto Bíblico: Lucas 10, 38-42

Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»

Palabra del Señor.

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Qué nos enseña este pasaje sobre la prioridad de escuchar la palabra de Dios?
  • ¿Cómo puedes aplicar el consejo de Jesús a Marta (“te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola”) a tus propias prioridades?
  • ¿Qué equilibrio sugiere el texto entre el servicio activo (Marta) y la contemplación espiritual (María)?

MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)

La escena evangélica de hoy, donde Jesús visita la casa de Marta y María, nos ofrece una profunda reflexión que resuena de manera especial en un día tan significativo para nuestra nación como este 20 de julio, Fiesta de la Independencia de Colombia. En ella, vemos a dos hermanas con roles aparentemente opuestos: Marta, afanada en el servicio y la hospitalidad, y María, sentada a los pies de Jesús, atenta a sus palabras. Jesús elogia a María por haber escogido “la mejor parte”, no para desmeritar el trabajo de Marta, sino para recordarnos la primacía de la escucha y la relación con lo esencial.

En un país como Colombia, con una historia marcada por el esfuerzo y la lucha por la libertad, la figura de Marta nos representa a tantos que, con dedicación incansable, construyen nuestra nación día a día. Son los agricultores que labran la tierra, los trabajadores que impulsan la economía, las madres y padres que sostienen sus hogares, los líderes que buscan soluciones a los desafíos sociales. Su labor, su “mucho servicio”, es vital y sin ella, nuestra independencia no sería una realidad sostenible. Así como Marta se preocupaba por atender a Jesús y sus discípulos, miles de colombianos se afanan en las tareas diarias para asegurar un futuro digno para todos.

Sin embargo, la amonestación de Jesús a Marta nos invita a una pausa necesaria. En medio del “mucho afán” y las múltiples preocupaciones que caracterizan nuestra realidad, ¿estamos olvidando la “mejor parte” de la que habla el Maestro? María, con su actitud contemplativa, nos recuerda la importancia de la espiritualidad, de la escucha atenta, del discernimiento y de la búsqueda de la sabiduría que viene de lo alto. En un país que anhela la paz y la reconciliación, y que conmemora su libertad, es fundamental no solo “hacer”, sino también “ser”: nutrir el espíritu, reflexionar sobre nuestros valores, buscar la verdad y la justicia, y fortalecer nuestra relación con Dios.

El desafío para la Colombia de hoy, y para cada uno de nosotros en este 20 de julio, es encontrar el equilibrio entre la acción incansable de Marta y la contemplación profunda de María. No se trata de elegir una sobre la otra, sino de integrar ambas dimensiones. Necesitamos la energía y el compromiso de quienes construyen, pero también la lucidez y la guía de quienes se detienen a escuchar la voz de Dios y la voz de la conciencia, para que nuestro trabajo sea siempre más humano, más justo y más orientado al bien común. La independencia plena no es solo política, sino también espiritual, la libertad de ser y actuar guiados por principios elevados.

Al cultivar la vida de oración y la contemplación, en medio del ajetreo diario, podemos encontrar paz y una conexión más profunda con Dios. Ser contemplativos no significa abandonar nuestras tareas, sino integrar la escucha atenta de la Palabra de Dios, dedicando un tiempo diario a meditar la Biblia. Implica practicar el silencio y la quietud, aunque sean solo unos minutos, para calmar nuestra mente y abrirnos a la presencia divina. También se trata de orar con el corazón, hablando con Dios como un amigo, y de encontrar Su presencia en lo cotidiano, reconociendo Su mano en las pequeñas cosas de cada día. Finalmente, cultivar la gratitud nos ayuda a ver las bendiciones y a mantener un espíritu abierto. Al adoptar estas prácticas, enriquecemos nuestra vida y damos un propósito más profundo a todo lo que hacemos.

ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en voz alta a partir de lo reflexionado. También pueden pedir por necesidades particulares o de la comunidad.

CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)

Imagina la escena en casa de Marta: la ves afanada, llena de preocupaciones, preparando todo, y quizás reconoces en su ajetreo tu propia lista interminable de cosas por hacer que a veces te consume. Luego, tu mirada se desvía hacia María, sentada serena a los pies de Jesús, absorbiendo cada palabra; siente la paz que emana de ella, su profunda concentración, su elección de simplemente estar presente. Escucha las palabras de Jesús: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. Permite que estas palabras resuenen en tu corazón, preguntándote cuál es esa “una sola cosa” necesaria en tu vida y qué estás dispuesto a soltar para elegir esa “mejor parte”, llevando contigo la quietud de María y la comprensión de Jesús al abrir tus ojos, con la intención de hacer un espacio en tu día para simplemente escuchar y recibir lo que no puede serte quitado.

ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).

  • Momento María Diario: Dedica 10 minutos cada día a la quietud, la oración o la meditación, buscando la presencia divina.
  • Limitar una “Preocupación Marta”: Cada semana, elige una tarea estresante y busca simplificarla, delegarla o soltarla, priorizando tu paz.
  • Evaluar Equilibrio Semanal: Cada domingo, revisa si dedicaste suficiente tiempo a la contemplación (“ser”) frente a tus responsabilidades (“hacer”), y ajusta para la semana siguiente.

ORACIÓN FINAL 

Amado Jesús, te damos gracias por la luz que nos ofreces a través del ejemplo de Marta y María. Ayúdanos a reconocer las “muchas cosas” que nos preocupan y nos agitan, y a discernir esa “una sola cosa” necesaria, la mejor parte que María eligió. Concédenos la gracia de encontrar momentos de quietud en medio de nuestras tareas, de sentarnos a tus pies para escuchar tu voz y sentir tu presencia. Que nuestro servicio activo esté siempre arraigado en la contemplación, y que sepamos dar prioridad a lo eterno, para que nuestra vida sea un reflejo de tu paz y tu amor incondicional.

Amén.

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