LECTIO DIVINA
Oración inicial
Espíritu Santo, te pedimos que abras nuestros corazones y mentes para escuchar tu Palabra. Ayúdanos a comprender el mensaje que quieres darnos hoy a través de este pasaje de las Escrituras. Que esta lectura nos fortalezca en la fe y nos guíe a vivir según tu voluntad.
Amén.
LECTURA (¿Qué dice la Palabra? Leer el texto bíblico dos o tres veces)
Texto Bíblico: Lucas 17, 5-10
5 Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe». 6 El Señor les respondió: «Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, podrían decirle a esta morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y los obedecería. 7 ¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o cuida ovejas, le dice cuando este vuelve del campo: “Ven en seguida a sentarte a la mesa”? 8 ¿No le dice más bien: “Prepara algo para que yo cene, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo; después podrás comer y beber tú”? 9 ¿Acaso tiene que darle las gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? 10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que debíamos hacer”».
Palabra del Señor.
Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:
- Fe como un grano de mostaza: ¿Qué significa tener una fe tan pequeña pero poderosa? ¿Por qué Jesús utiliza la imagen de un grano de mostaza para explicar el poder de la fe?
- El siervo inútil: Jesús habla de un siervo que hace su deber sin esperar agradecimiento. ¿Qué nos enseña esta parábola sobre nuestra relación con Dios? ¿Estamos buscando méritos o reconocimiento por nuestras buenas acciones, o simplemente servimos por amor?
- Hacer lo que se nos ha mandado: ¿Cuál es la “obligación” de un cristiano? ¿Qué significa verdaderamente servir a Dios y no a nosotros mismos?
MEDITACIÓN (¿Qué me dice la Palabra?)
El evangelio de hoy nos muestra a los discípulos pidiéndole a Jesús que les aumente la fe. Le hacen esta petición porque Jesús acaba de hablarles sobre la importancia de perdonar siempre, algo que parece muy difícil. Jesús les responde de una manera que puede sorprendernos. En lugar de darles una receta para tener más fe, la compara con algo muy pequeño: una semilla de mostaza. Les dice que, si tuvieran una fe tan diminuta como esa, podrían hacer cosas increíbles, como mover un árbol del lugar. Esto nos enseña algo fundamental: la fe no es cuestión de tener mucho, sino de confiar de verdad. No se trata de que nuestra fe sea enorme, sino de que, por más pequeña que sea, esté puesta por completo en el poder de Dios. Cuando confiamos de ese modo, Él puede hacer cosas extraordinarias en nuestras vidas. En el fondo, la fe es simplemente entregarse a la voluntad de Dios, sabiendo que con Él todo es posible.
Seguidamente, Jesús cuenta la historia de un sirviente que regresa de trabajar en el campo. Pregunta: “¿Acaso el dueño le da las gracias al sirviente por hacer lo que le mandó?”. La respuesta es que no, porque el sirviente solo hizo su deber. Esta historia puede parecer un poco dura, pero nos enseña algo importante: servir a Dios es nuestro deber, no un favor que le hacemos. A menudo, esperamos que nos reconozcan o nos den algo a cambio por nuestras buenas acciones. Sin embargo, Jesús nos dice que el servicio es algo que surge de forma natural de nuestra fe y nuestro amor por Él. No es una forma de ganar puntos, sino una muestra de nuestra unión con Él.
La enseñanza principal de esta parábola es la humildad. Jesús termina diciendo: “Cuando hayan hecho todo lo que se les mandó, digan: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer’“. Esta frase no significa que no valemos nada, sino que nos ayuda a entender nuestra relación con Dios. Al decir que somos “siervos inútiles”, reconocemos que nuestras acciones no aumentan la grandeza de Dios ni nos dan el derecho a una recompensa. La palabra “inútil” se entiende mejor como “alguien que no hace un favor extra” o “alguien que no espera un pago especial”, porque servir es simplemente lo que debemos hacer para quien nos ha dado todo. Es un recordatorio de que somos instrumentos de Dios, y nuestro mayor honor es obedecerlo.
Las dos partes de este pasaje están conectadas. La primera habla de una fe que hace cosas increíbles, mientras que la segunda nos enseña la humildad con la que debemos actuar. Se trata de un equilibrio: tener una fe fuerte que confía en el poder de Dios, pero al mismo tiempo ser humildes, reconociendo que nuestras acciones no son para nuestra propia gloria, sino para la de Dios. La fe nos capacita para actuar, y la humildad nos recuerda que simplemente estamos cumpliendo con nuestro deber. Es tener fe sin esperar aplausos y servir sin buscar reconocimiento. En la práctica, este pasaje nos llama a una vida de fe y servicio auténtico.
ORACIÓN (¿Qué me hace decir a Dios la Palabra)? De manera espontánea los hermanos pueden hacer una oración en comunidad.
CONTEMPLACIÓN (Dios me mira y yo lo miro)
En silencio, medita en las palabras de Jesús. Imagina la escena con los apóstoles. Siente la profundidad de la petición: “Auméntanos la fe”. Luego, escucha la respuesta de Jesús. Nos recuerda que la fe no es una cuestión de cantidad, sino de confianza inquebrantable. Piensa en tus propias luchas con la fe. ¿Te sientes a veces impotente? Jesús nos dice que incluso una pequeña chispa de fe puede mover montañas (o moreras). Esta es una invitación a confiar en Dios, no en nuestras propias fuerzas. Reflexiona sobre la segunda parte del evangelio: la parábola del siervo. Jesús nos llama a un servicio humilde y desinteresado. El verdadero servicio no busca recompensa, sino que fluye de un corazón que ama a Dios. No somos dueños de nuestra vida, sino siervos del Señor, y nuestro mayor privilegio es hacer su voluntad.
ACCIÓN (en este momento de manera personal o como comunidad se pueden proponer unos compromisos para ponerlos en práctica. Proponemos unos para fomentar el estudio de la Biblia).
- Orar por un aumento de fe: Cada día, en un momento de oración, pídele a Jesús que aumente tu fe. Reconoce que la fe es un don de Dios y que Él desea concedérnoslo.
- Servir con humildad: Identifica una oportunidad para servir a alguien sin esperar reconocimiento. Puede ser algo pequeño, como ayudar a un familiar en una tarea o simplemente escuchar a un amigo con atención. Hazlo por amor a Dios, no por mérito personal.
- Evaluar mi servicio: Reflexiona sobre tus motivaciones al hacer buenas obras. ¿Buscas el aplauso de los demás o buscas agradar a Dios? Comprométete a corregir tu intención, recordándote que eres un “siervo inútil” que simplemente hace lo que se le ha mandado.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ilumina y nos desafía. Ayúdanos a crecer en una fe sencilla pero firme, como el grano de mostaza. Concédenos la gracia de servirte con un corazón humilde, reconociendo que todo lo que hacemos es por tu gracia. Que tu Espíritu nos fortalezca cada día para vivir como tus verdaderos siervos.
Amén.