Queridos hermanos y hermanas:
Nos encontramos en el final del Año Jubilar de nuestra Parroquia. Este Jubileo ha sido un tiempo de gracia, de manifestación de la misericordia de Dios para con nosotros y de acogida de esta misericordia. No podemos olvidar que el Jubileo es, ante todo, un acontecimiento de fe. Por consiguiente, en este año hemos tratado de que todo mire al fortalecimiento de nuestra fe. Hemos intentado, con la ayuda de la gracia divina, suscitar en cada fiel, los que somos de esta parroquia y los que han venido a visitarnos, un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y renovación personal en un clima de oración siempre más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado.
Por eso, el centro principal de este Jubileo Parroquial era favorecer una intensificación de la oración, de la penitencia y de la Eucaristía, en la que participamos del don supremo del amor de Dios. También en la catequesis, para conocer mejor los dones de Dios, para aceptar vitalmente la salvación que Él nos ofrece, para renovar la vida de todos los cristianos y de la Iglesia en general en alabanza de Dios, difusión del Evangelio y servicio fraterno a nuestro mundo, sobre todo, en estos momentos de las amenazas del secularismo y de los conflictos actuales.
Durante este año, en nuestra parroquia, han sucedido muchas y hermosas experiencias: todos recordamos las numerosas peregrinaciones de los sacerdotes, religiosos(as), de los arciprestazgos, parroquias, grupos eclesiales, que han acudido a nuestra comunidad y han cruzado el umbral de la puerta santa de la misericordia; y todos tenemos también presente los momentos de gracia que hemos vivido en diversas circunstancias, por ejemplo, la última misión que se realizó en los distintos sectores de la parroquia con los grupos parroquiales en el mes de octubre. De todo ello hemos de dar gracias a Dios, sobre todo del inmenso e inmerecido don de su infinita misericordia que nos ha entregado en su Hijo a través de la Iglesia.
Nuestra mirada, por eso, al final de este año jubilar, se dirige a Dios para darle gracias, sobre todo por el don de su misericordia que se concentra y llega a su plenitud en la persona de su Hijo. Por ello, ahora, al concluir este año jubilar nuestra mirada debe estar centrada en Jesucristo, rostro humano de la divina misericordia, con la necesidad imperiosa de darlo a conocer, contemplarlo, amarlo y vivirlo, mediante una nueva evangelización porque su amor nos apremia.
Como propósito de este año jubilar que concluye, los invito a redescubrir el Bautismo, la Confirmación, a poner en el centro la Eucaristía, a recuperar el sacramento de la Penitencia, intensificar el anuncio misionero del Evangelio y multiplicar el testimonio de las buenas obras, las obras de misericordia. El Año Jubilar se acaba, los frutos permanecen: y el fruto que debe permanecer es el de la misericordia arraigada en nosotros, hecha carne de nuestra carne, y dar testimonio fiel de esa misericordia que permanece en nuestros corazones y comunidades. Aprovechemos, también, toda la gracia jubilar para revitalizar la fe, sobre todo, en un momento especial de nuestra Diócesis, cuando el Obispo nos anima para “la construcción en común del nuevo Plan Pastoral Diocesano”. Este camino nuevo que cuenta con tres etapas:
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- La etapa de la ESCUCHA (de Adviento 2023 hasta el 2024, día de Jesucristo, Rey del Universo).
- La etapa del DISCERNIMIENTO
- La etapa de la DECISIÓN
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Es decir, mientras nosotros, como comunidad parroquial concluimos este año jubilar, se da un nuevo comienzo, pero ya diocesano, para el compromiso de todos en la misión, caminando todos juntos, como lo propone el Papa Francisco, en esta hora de la historia.
Muchas gracias a todos, especialmente a Monseñor José Mario Bacci Trespalacios, por acompañarme y apoyarme en todos los procesos de este año jubilar; gracias al Comité del Jubileo, al Consejo Pastoral Parroquial, a las comunidades parroquiales, a los Arciprestes, al Presbiterio, a los diáconos, a la vida religiosa, a los seminaristas, al pueblo fiel en sus asociaciones, a las familias y grupos, que colaboraron con este acontecimiento de gracia.
Con mi bendición y mi afecto para todos.
P. JOSÉ ANTONIO DÍAZ HERNÁNDEZ
Párroco Parroquia de La Eucaristía
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