Cien años de presencia mariana en el corregimiento de El Carmen del Magdalena

El pasado lunes 8 de abril, se cumplieron los cien años de presencia mariana en el corregimiento de El Carmen del Magdalena. Los hechos que rodearon la elección y adquisición de la venerada imagen de la Virgen como patrona y señora de este lugar,  es basada, fielmente,  en los relatos que han compartido los hijos de los testigos presenciales o directos que estuvieron íntimamente ligados a los acontecimientos en cuestión, información recopilada por don José Ramón Orozco Orozco que entrevistó a la sra Lida Ternera, Antonia Palma, Angel Orozco, Gaspar Santodomingo, Magdalena Orozco,  José Dolores Gutiérrez, Oscar Fontalvo y respaldada amplia y fuertemente por la tradición oral de la comunidad que ininterrumpidamente han transmitido la veracidad de los hechos a esta nueva generación.

Antecedentes y contexto

Paraco se pobla alrededor de la mitad del siglo XIX como producto de la extensión de la frontera agrícola de Salamina, Guaimaro, Pivijay y Remolino.

Alrededor del año 1916, no superaba ni los 500 habitantes. Eran escasamente dos calles con casas bien distanciadas las unas de las otras, con patios grandes; era un caserío con pocas familias, pero de numerosos miembros y todas creyentes. Sin embargo, les tocaba enfrentar duras pruebas de la naturaleza, pues las crecientes del caño eran frecuentes y devastadoras y los veranos eran fuertes y extensos. El caño era la gran paradoja, con el venía la riqueza y la pobreza; las inundaciones traían abundancia de peces y el agua facilitaba la formación de abrevaderos para el ganado donde en temporada de sequía los pastores traerían a sus animales de fincas cercanas a saciar su sed. Era un pueblo de paz donde todo se compartía y nadie pasaba necesidad.

En 1920, aún persistían los recuerdos de los días aciagos de las anteriores inundaciones que sometían al poblado y que no dejaban de intranquilizar un poco a los moradores por una nueva arremetida. Gradualmente, fueron tomando conciencia de que les faltaba ‘algo’ sobrenatural que les garantizara protección, defensa y seguridad contra las inclemencias naturales. Las visitas ocasionales de misioneros y sacerdotes provenientes de la parroquia de Pivijay, en su interés por que crecieran en el conocimiento de la religión y en la práctica de la vida cristiana,  fueron promoviendo la necesidad de hacer una alianza espiritual con nuestro Señor a través de la Virgen María, y, por esto, en casa del sr. Israel Santodomingo, convocados por el padre Juan de la Cruz Cañas (párroco de Pivijay), se dieron cita las señoras sobresalientes del caserío como Erótida Santodomingo, Rosalía Santodomingo, Natividad Santodomingo, Josefa Ternera, María Gómez y jóvenes como: Félix Santodomingo, Pedro Gutiérrez y otros, con el fin de elegir al ‘Patrono’, pues llevaban varias décadas sin un titular y el pueblo se había ido extendiendo sin el patrocinio de ningún santo.

Después de una larga deliberación hubo 2 propuestas: la imagen Virgen del Carmen o la del Sagrado Corazón, decidiéndose finalmente por la Virgen a quien le atribuían un hecho histórico local, cargado de misterio y sobrenaturalidad.

Un niño llamado Jesús Maria Orozco Santodomingo, sobrino del sr Israel Santodomingo, (hombre de excelentes relaciones con la Iglesia y cuya casa era posada de religiosos y misioneros), a sus escasos 8 años, tuvo un encuentro con la Virgen María en las tierras de “Bonguito”, tierra de sus abuelos. El niño se perdió accidentalmente durante 3 días en esas tierras enmontadas y agrestes por las fieras y zancudos, lo que movilizó a toda la comarca en su búsqueda.  Cuando lo encontraron, narró que una bella mujer vestida toda de una túnica blanca, con un velo en la cabeza lo cuidaba por las noches y le espantaba los mosquitos.

Formalización de la adquisición de la imagen

Ese acontecimiento sirvió para que todos terminaran aprobando la elección de Nuestra Señora del Carmelo como patrona, a quien, en la persona del niño, ven una verdadera protectora y mediadora del pueblo como señal divina de auxilio y Salvación. Deciden entonces iniciar una colecta haciendo numerosas actividades como: verbenas, rifas, trasladándose incluso a pueblos vecinos para pedir ofrendas y recibiendo donaciones de los pudientes del mismo Paraco pues la cotización que habían hecho a través del padre Cañas ascendía a los $120 pesos que fue el costo total de la imagen venida de España. La imagen llegó a la floreciente ciudad de Barranquilla y traslada a Salamina por el río Grande de la Magdalena, acompañada por un grupo de señores paraqueros que fueron hasta el puerto de Barranquilla a retirarla.

Cuando la bendita imagen venía por el corregimiento de ‘La Retirada’, a 4 kilómetros de Paraco, hombres y mujeres vinieron jubilosos a recibirla pues la esperaban desde hacía mucho tiempo; la alegría fue apoteósica hasta el punto de que, a falta de capilla se le improvisó un rancho de palma para venerarla, pernoctando esa noche varios hombres y mujeres que estaban impactados por la belleza de la imagen.

El 8 de noviembre de 1924, el reverendo padre Cañas ofreció, en una enramada del patio de la casa de la sra. María de la Cruz Orozco Orozco (mana Cruz), esposa de Demetrio Santodomingo, grandes colaboradores de la fe y de Iglesia la primera misa, quedando resguardada en esta casa por unos años hasta que por fin se le construyó una capilla de barro, madera y paja.

El acontecimiento del niño perdido y rescatado influirá grandemente en la alegría de la devoción al resto de las familias, que ha llegado hasta esta generación, considerándola parte fundamental de sus vidas y de su identidad. Por ejemplo, los hijos del que en otrora había sido rescatado, protegido y cuidado por la Virgen, han sido personas devotísimas y fervorosas lo mismo que sus nietos, entre quienes destacan, el padre Jorge Camilo Carreño Orozco, hoy día formador del Seminario Mayor San José.

Actualmente, más del 90 % de la comunidad es mariana y se están preparando con mucha expectativa e ilusión para conmemorar el 1er. centenario de la llegada de la imagen al pueblo por sugerencia del padre Juan de la Cruz Cañas, quien al ver la belleza de la imagen dijo que este pueblo del Magdalena ahora si tenía dueña y que se debería llamar El Carmen del Magdalena, propuesta que fue acogida y celebrada por todos.