El valor de la amistad

Durante el rezo del Regina Coeli, el papa Francisco refriéndose al Evangelio del VI Domingo de Pascua (Juan 15, 9-17), resaltó el valor de la amistad como una hermosa experiencia de vida. Dijo el Pontífice: “En la Biblia, los siervos de Dios son personas especiales, a las que Dios confía misiones importantes, como Moisés (cf. Ex 14,31), el rey David (cf. 2 Sam 7,8), el profeta Elías (cf. 1 Re 18,36), hasta la Virgen María (cf. Lc 1,38). Son personas en cuyas manos Dios pone sus tesoros (cf. Mt 25,21). Pero todo esto, según Jesús, no basta para decir quiénes somos para Él, esto no basta, se necesita algo más, algo más grande, que va más allá de los bienes y de los planes mismos: se necesita la amistad”.

 

Y añadió: “La amistad no es fruto del cálculo, ni de constricción: nace espontáneamente cuando reconocemos algo de nosotros mismos en la otra persona. Y, si es verdadera, la amistad es tan fuerte que no decae ni siquiera ante la traición. «El amigo ama en toda ocasión» (Pr 17,17) -dice el Libro de los Proverbios-, como nos muestra Jesús cuando a Judas, que lo traiciona con un beso, le dice: «¡Amigo, para eso estás aquí!» (Mt 26,50). Un verdadero amigo no te abandona, ni siquiera cuando cometes un error: te corrige, puede reprenderte, pero te perdona y no te abandona”.

 

Precisamente somos amigos para el Señor. Jesús en el Evangelio nos da una señal clara sobre esto. Dice el Maestro: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan 15, 12); y tanto fue su amor, que llegó hasta el extremo de morir, demostrando así lo mucho que le interesa cada persona (Juan 15, 13). El Señor llama a la amistad, relación interpersonal que debe florecer con fuerza y dejando un hermoso perfume en estos tiempos de tribulación. Jesús nos llama a amarnos; a que se amen a los enemigos, los familiares, los esposos, los hijos, los vecinos, los compañeros de trabajo y en especial los sacerdotes quienes deben mostrar con su ejemplo de amistad, el amor misericordioso de Dios. “El Señor nos quiere, y como amigo quiere nuestro bien y quiere que participemos del suyo”, finalizó el papa Francisco.