Esto viene pasando en Aracataca, o “Cataca”, como le llaman los nacidos allí. El mismo pueblo donde su párroco, el P. Arnaldo Ferreira Tinoco, con sotana blanca a bordo llevó el Evangelio el año pasado a una discoteca repleta de jóvenes y les comunicó que Cristo entregó su vida por amor a nosotros en la cruz y resucitó.

Ahora los viernes de Cuaresma viene organizando el viacrucis con su comunidad y un gran número de jóvenes y los sábados “la gran jornada de oración y ayuno”. Aquí se juntan oración, ayuno y ofrenda. Tres actitudes importantes en el camino de preparación a la Pascua, encuentro con Cristo resucitado.

Lo curioso está en que lo que ayunan lo convierten en mercados para familias necesitadas, quienes también participan de la experiencia espiritual y al finalizar reina un ambiente de alegría entre los que dieron y los que recibieron. Los pobres reciben mercados que llevan a sus casas para diario vivir.

La experiencia del ayuno transcurre entre cantos de alabanza, rezo del rosario, lectio divina, adoración del Santísimo, juegos y dinámicas, esta vez no hay micheladas, pero si el tinto y la aromática de la bendición y al finalizar la Eucaristía.

Aquellos que compartieron la comida entendieron que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (San Mateo, 4, 3-4).