P. José Antonio Díaz.
La fraternidad sacerdotal, la unión entre los presbíteros, es fuente enriquecedora de espiritualidad sacerdotal. La relación de los presbíteros entre sí, sólo se entiende desde la comunión con el Obispo (Aprovechamos para elevar una oración por Monseñor José Mario Bacci Trespalacios, que se encuentra en la Visita ad limina, como cabeza de nuestra diócesis de Santa Marta y de El Banco). A los sacerdotes no nos une una simple amistad profesional, ni siquiera una común necesidad pastoral. Estamos unidos por una íntima fraternidad sacramental (Lumen Gentium 28, Presbyterorum Ordinis 8).
Teniendo como base las enseñanzas de estos dos textos conciliares, se deduce que la auténtica amistad sacerdotal no es una simple necesidad humana, es una intrínseca exigencia sacramental. Se trata de una amistad sacerdotal, que debe cultivarse y vivirse, en donde se debe reflejar unos lazos de caridad apostólica. Esto significa que un sacerdote no puede ser ni estar ni física ni espiritualmente sólo o aislado: se relaciona esencialmente con sus hermanos en el presbiterio. Esta vinculación tiene su fundamento en Jesucristo, de quien procede la gracia sacramental y la misión.
Por eso, mis queridos hermanos en el presbiterio, hoy jueves sacerdotal, recordamos esta parte esencial de nuestra vida. Vivamos todos en la armonía que pide nuestra realidad sacerdotal, condición que será testimonio de vida: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21).
Feliz jueves sacerdotal.