“El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia. Digo también la sinodalidad no sólo porque estamos en la vigilia de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia”, dijo el papa Francisco en la homilía del Consistorio ordinario público para crear los nuevos cardenales. 

Allí estuvo una fuerte delegación de Colombia acompañando a Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien fue nombrado purpurado, incluído por tanto en la Diócesis de Roma; y según Francisco expresó al citar el consistorio, esto “manifiesta el vínculo inseparable entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares extendidas por todo el mundo”. 

Por su parte, Monseñor Luis José se ha mostrado tranquilo sin ocultar su emoción propia de los seres humanos, y antes de viajar a Roma dijo:

“Uno sigue siendo ser humano pequeño, frágil, que sufre, que se equivoca”. Eso es cierto, pero en medios de sus fragilidades integra la orquesta sinfónica de la Iglesia pastoreada por Francisco para avanzar en sinodalidad.