- Por: Óscar Rendón Pbro.
- Delegado de la Pastoral de Liturgia
Querida comunidad, en este tiempo tan especial reflexionemos sobre el profundo significado de la Navidad, teniendo en cuenta que el nacimiento de Jesucristo además de marcar el inicio de una nueva esperanza, nos invita a contemplar la humildad y el amor divino encarnado en un pequeño Niño.
Así como María y José, encontraron refugio en un humilde pesebre, recordemos que la grandeza de esta celebración radica en la sencillez y en el compartir del amor que Dios nos brinda. Pues, en medio de las luces brillantes y obsequios, busquemos regalar también momentos de compasión y solidaridad a quienes más lo necesitan. Ahí está el verdadero amor que se le pide al discípulo para ser luz.
Por esto, la estrella de Belén nos guía hacia el camino de la luz, recordándonos que la verdadera luz es Cristo, quien vino al mundo para enseñarnos a amar incondicionalmente. Entonces que esta Navidad sea más que intercambio de regalos; que sea un intercambio de amor, perdón y comprensión.
En nuestras celebraciones, no perdamos de vista la importancia de la unidad y la paz. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien nos mostró el camino hacia la reconciliación y la fraternidad. Que el espíritu navideño nos inspire a construir puentes en lugar de muros, a tender manos en lugar de juzgar.
En esta temporada alegre, seamos portadores de esperanza y consuelo para aquellos que atraviesan tiempos difíciles. Recordemos que cada acto de amor, por pequeño que sea, contribuye a hacer de este mundo un lugar mejor, una experiencia de encuentro con el hermano para acompañarle a ser mejor cada día.
Que la gracia divina nos permita continuar proclamando y escuchando la inmensa alegría de la Encarnación, celebrando el amor redentor que da vida al mundo. Estos son los fervientes deseos del P. Oscar Rendón Acosta, Delegado Episcopal de Liturgia. ¡Feliz Navidad para todos!