AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS, Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO

Oración:

Espíritu Santo ilumina nuestro entendimiento, para que al leer o estudiar la Sagrada Escritura, sintamos la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra. Abre nuestro corazón para darnos cuenta del querer de Dios y la manera de hacerlo realidad en nuestras acciones de cada día. Instrúyenos en tus sendas para que, teniendo en cuenta tu Palabra, seamos signos de tu presencia en el mundo. Amén.

Texto Bíblico: Mt 22, 34-40

Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»

Palabra del Señor.

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Qué intención tienen los fariseos para con Jesús?
  • ¿Qué pregunta el maestro de la ley a Jesús y qué le responde Jesús?
  • ¿Te suena de algún libro del Antiguo Testamento la respuesta de Jesús?
  • ¿Qué relación hay entre el primer y el segundo mandamiento?
  • ¿En concreto, cuáles son los tres sujetos que Dios nos manda amar Dios?

¿Qué dice el texto?

La tentación o trampa de la pregunta del doctor o especialista de la Ley está en pedirle a Jesús que tome posición sobre un tema debatido por aquel tiempo. Ante todo, debemos recordar que los rabinos contabilizaban un total de 613 mandamientos, cifra que resultaba de la suma de los 248 preceptos y 365 prohibiciones presentes en la Torá (Pentateuco). El debate se centraba entonces en la posibilidad de distinguir entre preceptos “grandes” y “pequeños”; y en la gravedad de la falta que derivaba de su incumplimiento.

En general el grupo de los fariseos pensaba que todos los mandamientos eran importantes y debían ser cumplidos con extrema fidelidad. Otros, en cambio, reconocían cierta jerarquía en los mandamientos y en las exigencias de su cumplimiento. Además, debatían sobre la existencia de un mandamiento que fuera el principio fundamental o regla de oro del comportamiento del judío fiel. La pregunta que el fariseo dirige a Jesús va sobre todo en esta última línea: “¿cuál es el mandamiento grande de la Ley?” (Mt 22,36). Jesús responde en primer lugar citando Dt 6,5: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente». Este texto forma parte del pasaje de Dt 6,4-9, que juntamente con Dt 11,13-21 y Nm 15,38-41, integran el famoso Shemá Israel (Escucha Israel), oración que desde finales del s. I no han dejado de rezar mañana y tarde los judíos observantes.

Este texto expresa el imperativo de amar a Dios con la totalidad de la persona, con todas las fibras interiores y sin reserva. Jesús señala a continuación (22,28) que éste es el mandamiento grande; y precisa que además es el primer mandamiento. Luego enuncia un segundo mandamiento, semejante a este, y cita Lev 19,18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Este versículo pertenece al Código de Santidad (Lv 17-24), llamado así por cuanto el fundamento teológico que da a todas sus prescripciones es “Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo” (Lv 19,2). Justamente el capítulo 19 del Levítico contiene varias normas de índole más bien social, donde resaltan la del amor al prójimo y la del rechazo de la venganza. Ahora bien, la insistencia en la primacía de la santidad de Dios indica que para el Levítico el verdadero fundamento del amor al prójimo es el amor de Dios. No lo dice tan explícitamente como Jesús en el evangelio, pero es claro que la presencia del Dios Santo en medio de su pueblo es la que motiva el trato fraterno entre sus miembros.

 

¿Qué me dice el texto?

  • El signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo y a los demás el amor de Dios es el amor a los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero porque Jesús no lo puso en el centro, porque es el corazón desde el cual todo debe partir y al cual todo debe regresar y hacer referencia. (Papa Francisco).
  • En segundo lugar, tenemos el horizonte alrededor de nosotros, con todos aquellos hombres y mujeres que encontramos a nuestro lado. Cristo nos invita a amarlo también en nuestros hermanos y hermanas, buscando el bien de ellos como si fuera nuestro propio bien. ¿Amamos más nuestro interés, o la necesidad del otro? «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Papa Francisco).
  • El que ama de verdad siente la alegría del otro como propia, se entristece por la tristeza de su hermano. Al igual que Jesús, que construyó el Reino de los cielos amando a su Padre sobre todas las cosas y amándonos hasta el extremo, dándose totalmente a nuestra salvación. (Papa Francisco).
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¿Qué compromisos puedo hacer?

Examina tu vida y pon a Dios y a los hermanos en todo lo que realizas. Que todo te lleve a Él, que los hermanos te hablen de Él, que estando con los hermanos, veas a Dios mismo.

Aquí nos viene al pensamiento. ¿cómo puedes amar a Dios a quien no ves y aborrecer a tu hermano? El amor a Dios y al hermano, son las dos caras de una misma moneda. La moneda del cristiano, ponla en práctica.

Examina tu forma de vivir el amor a los demás. El Amor con mayúsculas nos viene de Dios, pues viene acompañado del Perdón, sin rencor. El amor de “tejas para abajo» es un amor que ama, pero que guarda el rencor. Te animo a vivir desde el Amor de Dios. Tu vida cambiará.

 Oración final:

Señor, sé Tú el fondo y el sentido de todo lo que hago. Que mi trabajo, mis amistades, mis pasatiempos sean para Ti y por Ti. Quiero amarte con todo mi corazón, y por eso te ofrezco todo lo que hay en él: mis intereses, mis deseos, también mi necesidad y mi pecado.