Oración:
Hoy, Señor, me llamas al desierto, aquí estoy para que me purifiques, para encontrarme contigo. En esta soledad quiero hablar contigo, escuchar tu Palabra. En el desierto de mis miedos, de mis desalientos, de mi falta de esperanza, quiero vencer la tentación. Aquí me tienes, Señor, lléname de ti.
Texto Bíblico: Marcos 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.
Después de que arrestaron a Juan Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio. Palabra del Señor.
Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:
- ¿Qué frase del evangelio de hoy te impactó más?
- ¿Qué significa que el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto?
- ¿Qué sentido tiene el número cuarenta en la Biblia?
- ¿Cuál fue el mensaje transmitido por Jesús en este evangelio?
Reflexión
El Espíritu impulsó a Jesús al desierto. El espíritu que empuja ahora a Jesús al desierto es el mismo que en la escena anterior de Mc. 1, 9-11 se ha posado sobre él. Hay, pues, una insistencia deliberada por parte de Marcos en presentar a Jesús invadido por el Espíritu de Dios. Es precisamente el Espíritu el que conduce a Jesús al desierto en donde vivirá cuarenta días. El desierto significa soledad y encuentro, pero a la vez es el sitio donde reside el mal. En el evangelio de marcos el desierto es el lugar de la oración solitaria (1, 35), del refugio que aísla de la gente (1, 45), del descanso (6, 31-32), de la multiplicación de los panes (6, 35). Si Jesús fue dócil al impulso del Espíritu, es signo inequivoco de que también nosotros debemos vivir bajo la guía del Espíritu para poder realizar el plan de Dios en nuestra vida.
Permaneció allí cuarenta días. “Cuarenta” es un número simbólico para indicar el tiempo de la opresión y el tiempo del camino hacia la salvación: los cuarenta días del diluvio (Gén 7, 12), los cuarenta años de Israel por el desierto (Sal 95, 10), los cuarenta días de Moisés en el Sinaí (Ex 34, 28; Mt 9, 18), los cuarenta años de dominio de los filisteos sobre Israel (Jdt 13, 1), los cuarenta días de la marcha de Elías por el desierto (1 Re 19, 8). Muchas veces nos encontramos viviendo en nuestra vida cuarenta años en el desierto; nos encontramos tristes porque parece que los problemas se juntan. Ante esta situación, debemos recordar que los 40 días de desierto, pasan, sobreviniendo, despúes, la victoria sobre nuestros males.
Fue tentado por Satanás. Después de ser bautizado por Juan en el Jordán, Jesús comienza la vuelta al desierto, o sea, una existencia en la que se experimenta el enfrentamiento con Satanás y al mismo tiempo la ayuda de Dios (los ángeles); se vive en la lucha y al mismo tiempo en la paz. En definitiva, se trata del acostumbrado misterio de Cristo: Hijo de Dios, pero tentado. Y es también el misterio del bautizado: la vida en la que lo introduce el bautismo está hecha de luchas pero está bajo el signo de la victoria y de la paz.
Arrepiéntanse y crean en el Evangelio. Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un Padre que perdona (I Juan 1, 8 ss.; Luc. 13, 1 ss.).
Reflexión personal
- ¿Qué mensaje te transmite Jesús al reflexionar sobre este Evangelio?
- Medita sobre la importancia y las implicaciones de tu bautismo.
- ¿Crees que necesitas convertirte?
¿Qué compromisos puedo hacer?
- Analiza las tentaciones más tangibles de tu vida hoy y preséntalas al Señor en tu oración
- Aunque pase por momentos difíciles, no perderé la esperanza.
- Sacaré momentos de desierto y soledad para encontrarme con Dios.
- En esta cuaresma comprométete a anunciar el mensaje de Dios a tus familiares y amigos.
Oración final:
Dios todopoderoso, concédenos que, por la práctica de la Cuaresma, progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo y vivamos en conformidad con él.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…