Llega el esposo, salgan a su encuentro

Oración:

Oh Espíritu Santo, amor del Padre, y del Hijo, inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia santificación. Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar, y perfección al acabar.

Amén.

 

Texto Bíblico: Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: – «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¨ ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.» Palabra del Señor.

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Cuál es el punto de la parábola que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?
  • Desde el principio, hacer una distinción entre «prudentes y «necias». ¿En qué consiste la prudencia y la necedad?
  • ¿Cómo juzgar la respuesta tan dura del esposo: «En verdad no os conozco?»
  • ¿De qué día y de qué hora habla Jesús al final de la parábola?

Reflexión

La parábola empieza con esta palabra: “Entonces”. Se trata de la venida del Hijo del Hombre (cf Mt 24,37). Nadie sabe cuándo va a venir ese día, “ni los ángeles, ni el hijo mismo, sino que solamente el Padre” (Mt 24, 36). No importa que los adivinos quieran hacer cálculos. El Hijo del Hombre vendrá de sorpresa, cuando la gente menos lo espera (Mt 24,44). Puede ser hoy, puede ser mañana. Por esto, el recado final de la parábola de las diez vírgenes es “¡Vigilad!’ Las diez muchachas deben estar preparadas para cualquier eventualidad.

Las diez vírgenes eran muchachas que debían acompañar al novio para la fiesta de la boda. Para esto, ellas debían llevar consigo las lámparas, sea para iluminar el camino, sea para iluminar la fiesta. Cinco de ellas eran prudentes y cinco eran sin fundamento. Esta diferencia aparece con claridad en la manera en que se preparan para la función que recibirán. Junto con las lámparas encendidas, las precavidas llevaron consigo también una vasija de aceite de reserva. Se preparaban para cualquier eventualidad. Las vírgenes sin fundamento se llevaron sólo las lámparas, sin pensar en llevarse un poco de aceite de reserva.

El novio se demora. No había una hora determinada para que llegara. En la espera, el sueño se apodera de las muchachas, sin embargo, las lámparas siguen gastando aceite y se van apagando poco a poco. De repente, en medio de la noche, se oye un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”. Todas ellas despiertan y empiezan a preparar las lámparas que ya estaban casi al final. Debían de poner el aceite de reserva para evitar que las lámparas se apagaran. Solamente ahora las necias se dan cuenta de que olvidaron llevar consigo el aceite de reserva. Fueron a pedir aceite a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan”. Las prudentes no pudieron atender este pedido, pues en aquel momento lo que importaba no era que las prudentes compartieran su aceite con las otras, sino que estuvieran listas para acompañar al novio hasta el lugar de la fiesta. Por esto aconsejan: ‘es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis. Mientras iban, llegó el novio y estas vírgenes necias se quedaron fuera del banquete, es decir, fuera de la salvación. La lección final de esta parábola es evidente. “Velad, pues, porque no sabéis, ni el día, ni la hora”. Moraleja de la historia: no seas superficial, mira más allá del momento presente, trata de descubrir el llamado de Dios hasta en las mínimas cosas de la vida, hasta en el aceite que falta en la lámpara.’

 

Reflexión personal

  • ¿Si la venida de Cristo fuera hoy, yo sería como una virgen necia o como una virgen prudente?
  • ¿Tengo una plan de vida espiritual que me lleve a estar preparado para el encuentro definitivo con el Señor?
  • ¿Mi fe en Dios se manifiesta en actos concretos de amor al prójimo?

 

¿Qué compromisos puedo hacer?

  • Llena tu vida del auténtico «aceite» que no se consume, del Amor de Dios. Dedica un tiempo diario a la oración, a la lectura espiritual, a la atención a los hermanos. Llena tu vida de Él.
  • Sal al encuentro de esas «vírgenes necias» que les falta el «aceite» de la vida para dar sentido a su vida. Comparte con ellas la luz del que es la Luz. Llena tu vida de Él.
  • Piensa cómo puedes ser luz para alguna persona que vive en la oscuridad y actúa en consecuencia.

 

Oración final:

Hoy, Señor, quiero iluminar la lámpara de mi vida con la tuya. «Quiero que tu luz me deje ver la luz».

La lámpara de mi vida está siempre apagada sino se deja iluminar por tu luz.

Yo no puedo presumir de ser astro con luz propia; prefiero ser iluminado por ti, que alumbras siempre  y no puedes dejar de alumbrar.

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