“No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.”

Oración:

Espíritu Santo ilumina nuestro entendimiento para que, al leer o estudiar la Sagrada Escritura, sintamos la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra. Abre nuestro corazón para darnos cuenta del querer de Dios y la manera de hacerlo realidad en nuestras acciones de cada día. Instrúyenos en tus sendas para que, teniendo en cuenta tu Palabra, seamos signos de tu presencia en el mundo. Amén.

 

Texto Bíblico:

Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. » Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará. Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así? » Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.» Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? » Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús. Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos. y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.

Palabra del Señor.

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Qué opinas de la actitud de Jesús en este pasaje del evangelio?
  • ¿Por qué Jesús se molestó ante lo que pasaba en el templo?
  • ¿En qué sentido Jesús es templo?
  • ¿Por qué Jesús nos conoce a todos?

 

Reflexión

La multitud de sacrificios que se ofrecían diariamente en el templo y la necesidad de cambiar la moneda corriente, la romana, por otra moneda especial, el siclo, a fin de satisfacer el tributo religioso al que estaban obligados los israelitas mayores de veinte años (Ex 30, 11; Mt 17, 24-27), hace comprensible que vendedores de animales y cambistas se instalaran en el llamado atrio de los gentiles. El permiso requerido para instalarse en el templo proporcionaba a los que se les concedía, entre los cuales se contaba la familia del sumo sacerdote Anás, grandes beneficios. Estos usos y estos abusos habían convertido el templo de Dios en un mercado.

Juan presenta a Jesús enfrentado a la religión oficial y opone constantemente la fe de los discípulos de Jesús a la incredulidad de los judíos. La expulsión de los mercaderes del templo es un ataque profético de Jesús a los señores del templo, es un gesto que preludia una lucha persistente en la que perdería la vida; pero es también el anuncio de la destrucción de ese templo como réplica divina a la incredulidad de los judíos que no conocieron su hora y no recibieron al Mesías que les había sido prometido. Una vez Jesús resucite de entre los muertos, él mismo será en adelante el verdadero templo de Dios.

Jesús nos enseña a hacer una valoración positiva del templo como casa de Dios, como lugar de oración, como sitio sagrado. También nuestros templos católicos deben ser lugar de oración, no de charla; lugar de silencio, no de ruido. A continuación, presentamos una serie de actitudes que es conveniente que las pongamos en práctica en nuestros templos:

  • Lleguemos puntuales a la Santa Misa o a la reunión de formación.
  • Primeramente, entrar en el templo con respeto y humildad, persignándonos devotamente y haciendo piadosamente la genuflexión ante el Santísimo Sacramento.
  • Mantengamos siempre una postura respetuosa. Ya que Dios está allí; y allí nos espera, nos oye y nos ve.
  • Oremos con confianza y amor, así como nos dice San Pablo en la Carta a los Hebreos, IV, 16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio”. ¡Cuántas necesidades tenemos nosotros, que somos pobres pecadores y miserables! Nuestro Señor allí está invitándonos a pedirle, y pronto para atendernos.
  • Mantengamos un clima de silencio.
  • Escuchemos devotamente la palabra de Dios.
  • Vengamos vestidos decorosamente. Saber estar.
  • Tengamos el templo hermoso y bien cuidado, digno para Dios y para la asamblea que se reúne.
  • Evitar el uso de los celulares, pues es de muy mal gusto que alguien este contestando llamadas y enviando mensajes cuando se está en la Santa Misa.
  • Por último, estemos, pues, en el templo como ángeles y santos. Vayamos seguido a la iglesia para consolar al Corazón de Jesús, tan olvidado y ultrajado en el Santísimo Sacramento del altar; reparemos las ofensas que recibe de la malicia de los hombres.

 

Reflexión personal

  • Meditar a profundidad sobre el respeto al templo como lugar de oración.
  • Haz un examen de conciencia para prepararte a la próxima confesión.

 

¿Qué compromisos puedo hacer?

  • Me formaré un poco más sobre la dignidad de templo para valorarlo más y enseñar a otros a hacerlo.
  • Procuraré confesarme frecuentemente de manera que este preparado para ser templo de Cristo en la Santa Comunión.
  • Haré oración ante el Santísimo Sacramento frecuentemente.

 

Oración final:

Gracias, Padre, por el don de tu presencia en mi persona. Por el bautismo, me hiciste hijo tuyo. Gracias, Jesús, porque nos has incorporado a Ti mismo, formando el Cuerpo Místico. Gracias, Espíritu, porque nos otorgas la vida verdadera, la del Padre y la de Jesús. Gracias, por la Iglesia que somos y que formamos, a pesar de nuestras limitaciones.