“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto”

Oración:

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

 

Texto Bíblico: Juan 12, 20-33.

En aquel tiempo, entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús contestó: «Ha llegado la hora en que Dios va a glorificar al Hijo del hombre. Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquél que me sirva será honrado por mi Padre. Me encuentro profundamente angustiado; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre». Entonces se oyó esta voz venida del cielo: Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: Le ha hablado un ángel. Jesús explicó: Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por ustedes. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir.

Palabra del Señor.

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Cuál es la frase del Evangelio de hoy que más te ha gustado?
  • ¿Por qué crees que las personas del Evangelio de hoy querían ver a Jesús?
  • Jesús dice: si el grano de trigo muere, da mucho fruto, ¿a que se refiere Jesús con esto?
  • ¿A qué se refiere Jesús cuando habla de su hora?

 

Reflexión

Queremos ver a Jesús. Estamos casi al final de la vida pública de Jesús y el evangelio, hoy, nos presenta a unos peregrinos griegos que vienen a celebrar la Pascua, y le hacen una petición a Felipe: «Queremos ver a Jesús». Podemos aplicarnos a nosotros esta petición, nos acercamos a la Iglesia pidiendo ver a Jesús. Y ellos, al igual que nosotros, no lo hacen por curiosidad sino por que han descubierto en Él algo importante, algo que nos ayuda a vivir nuestra vida de forma totalmente diferente a como lo hacemos. Es muy llamativo cómo estas personas efectivamente llegan hasta Jesús, pero después de que Felipe y Andrés le facilitaran el camino. También esta es la labor de todo discípulo del Señor; facilitar el camino a Cristo: ¿tú lo estás haciendo?

El que me sirve, sígame (Jn 12,26). ¿Qué quiere decir sígame, sino imíteme? Cristo padeció por nosotros, dice el apóstol Pedro, dejándonos el ejemplo para que sigamos sus huellas (1 Pe 2,21). Esto es lo que significa: El que me sirve, sígame. ¿Cuál es el fruto? ¿Cuál la recompensa y el premio? Y donde yo estoy, allí estará también mi servidor, dice. Amémosle desinteresadamente, para que el premio de ese servicio sea el estar con él. Porque ¿dónde se estará bien sin él o mal con él? Óyelo más claramente: Si alguno me sirve, el Padre le honrará. ¿Con qué honor, sino con el de estar en compañía de su Hijo? Las palabras mi Padre le honrará parecen ser una explicación de las anteriores: Donde yo estoy, allí estará también mi servidor (Jn 12,26). ¿Qué mayor honor puede esperar el hijo adoptivo que estar donde está el Hijo único, no igualado en la divinidad, pero sí asociado a su eternidad? (San Agustín).

Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. Con la metáfora del grano de trigo del evangelio de hoy, nos está diciendo Jesús que cuando el grano muere, crece, brota de nuevo la vida, pero si el grano se queda en su envoltura no dará vida. La hora en que muere el grano de trigo es la hora del sacrificio de Cristo, la hora en que se realiza nuestra redención, la hora en que la humanidad vuelve a la esperanza porque Jesús, con su muerte, ha vencido la muerte y, con su resurrección, ha triunfado la vida. Por eso el fruto de la muerte de Cristo es superabundante.

 

Reflexión personal

Nosotros tenemos que ser como Jesús: tenemos que morir. Pero morir al hombre viejo que llevamos en nosotros: nuestras malas costumbres, vicios, etc… ¿Lo estoy haciendo o más bien sigo apegado a mis pecados? Recuerda que solo muriendo al hombre viejo puedo resucitar con Cristo a una vida nueva.

 

¿Qué compromisos puedo hacer?

Hoy voy a tener un momento de oración antes de dormir, para agradecer a Dios el que me haya salvado con su muerte y resurrección.

 

Oración final:

Jesús, quiero amarte siempre, dando mi vida por ti, entregándome en mi vida diaria y cumpliendo todos mis deberes con la perfección que Tú lo harías. En esta Cuaresma, quiero acompañarte en todo momento. Cuenta conmigo para lo que quieras. Aunque a veces no me den las fuerzas, sé que en Ti las encontraré, y cuando te tenga a ti, todo lo podré, porque contigo todo se puede. Gracias por dar tu vida por mí. Gracias por ser mi Salvador. Por ti voy a vivir este día con alegría y entusiasmo. ¡Jesús, en ti confío!

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