“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos”

Oración inicial:

Señor Jesús abre mis ojos y mis oídos a tu Palabra. Que lea y escuche yo tu voz y medite tus enseñanzas, despierta mi alma y mi inteligencia para que tu Palabra penetre en mi corazón y pueda yo saborearla y comprenderla.

Dame una gran fe en ti para que tus palabras sean para mi otras tantas luces que me guíen hacia ti por el camino de la justicia y de la verdad. Habla Señor que yo te escucho y deseo poner en práctica tu doctrina, porque tus palabras son para mí, vida, gozo, paz y felicidad.

Háblame Señor, tú eres mi Señor y mi maestro y no escucharé a nadie sino a ti. Amén.

Texto Bíblico: Mateo 16, 13-20

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».

Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

 Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Por qué crees que Jesús pregunta sobre qué piensa la gente, por un lado, y los discípulos, por otro, sobre quién es él?

  • ¿Por qué es Pedro quien toma la Palabra?

  • ¿Qué significado tiene el hecho de que Jesús le diera el nuevo nombre de Pedro a Simón?

  • ¿Qué misión le entrega Jesús a Pedro?

  • ¿Es posible derrotar a la Iglesia?

¿Qué dice el texto?

Es bueno siempre tener presente que el Evangelio de Mateo ha sido escrito hacia el final del primer siglo para las comunidades de judíos convertidos que vivían en la Región de la Galilea y de la Siria. Eran comunidades que habían sufrido mucho y perseguidas por muchas dudas sobre su fe en Jesús. El Evangelio de Mateo trata de ayudarles a superar la crisis y a confirmarlas en la fe en Jesús Mesías, que ha venido a cumplir las promesas del Antiguo Testamento.

Jesús pide la opinión de la gente sobre él. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, cualquier profeta. Cuando Jesús busca la opinión de los propios discípulos, de aquellos que más lo conocían, Pedro se hace el portavoz y dice: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente!”. La respuesta de Pedro significa que reconoce en Jesús el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y que en Jesús tenemos la revelación definitiva del Padre para nosotros. Esta confesión de Pedro no es nueva. Antes, después de haber caminado sobre las aguas, los otros discípulos habían ya hecho la misma profesión de fe: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!” (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan, esta misma profesión de Pedro la hace Marta: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido al mundo!” (Jn 11,27).

Después de su respuesta, Jesús proclama a Pedro “¡Bienaventurado!” porque ha recibido una revelación de parte del Padre. También en este caso la respuesta de Jesús no es nueva. Antes, Jesús había hecho una idéntica proclamación de felicidad a los discípulos por haber visto y oído cosas que antes ninguno sabía (Mt 13,16) y había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y a los no sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de estos pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no viene “ de la carne ni de la sangre” o sea, no es fruto del mérito del esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.

Ser Piedra: Simón, el hijo de Jonás, recibe de Jesús un nombre nuevo que es Cefas, y este quiere decir, Piedra. Por esto, es llamado Pedro. Pedro debe ser piedra, o sea, debe ser fundamento seguro para la Iglesia a punto de ser atacada por las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo anima a las comunidades sufrientes y perseguidas que veían en Pedro un jefe en el que apoyarse. A pesar de ser comunidades débiles y perseguidas, tenían una base segura, garantizada por la palabra de Jesús.

Cuando Jesús le dice a Pedro que le dará las llaves del Reino de los cielos con el poder de atar y desatar, le otorga una enorme autoridad. Atar y desatar son términos técnicos rabínicos que pueden referirse a atar al diablo en un exorcismo, a los actos jurídicos de excomunión o de la toma de una decisión definitiva, como por ejemplo sobre una enseñanza. En la Iglesia Católica creemos que esta misión de Pedro no culmina con su muerte, sino que continúa a lo largo del tiempo en sus sucesores, los Papas.

¿Qué me dice el texto?

Jesús nos pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién decís que soy yo? Sería muy bueno que cada uno de nosotros respondiéramos al Señor en el silencio de la oración. ¿Quién es Jesús? ¿Quién es Jesús para mí? Nosotros, los cristianos, creemos que Jesús es una persona del presente, con la que podemos dialogar, es un amigo al que acudir cuando lo necesitamos.

Sin embargo, Jesús es (o debería ser) mucho más para nosotros. Jesús es el Salvador del mundo, el salvador de mis pecados y miedos, de mis tristezas y desesperanzas. Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo que se ha hecho hombre para decirnos con sus palabras, con su vida y con su muerte y resurrección, que Dios nos ama, que Dios es un abismo de generosidad, de sabiduría y conocimiento. Jesús es el Hijo de Dios y nos revela que también nosotros somos hijos de Dios, que estamos llamados a vivir plenamente felices, en comunión con Dios y con los hermanos, ya aquí, en esta tierra, y por toda la eternidad. Jesús es Dios con nosotros que ha venido a mostrarnos el camino de la paz. Jesús es el Señor de la historia y debería ser el Señor de nuestras vidas.

¿Qué compromisos puedo hacer?

  • Anunciaré a otras personas quién es Jesús para mi y lo que él ha hecho en mi vida.
  • Haré una oración especial por el Santo Padre para que Dios lo guíe en su misión de ser sucesor del apóstol Pedro.

Oración final:

Cualquier día, en cualquier momento, a tiempo o a destiempo, sin previo aviso lanzas tu pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo? Y yo me quedo a medio camino entre lo correcto y lo que siento, porque no me atrevo a correr riesgos cuando tú me preguntas así. Enséñame como tú sabes. Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre y por esas sendas marginales que tanto te atraen. Corrígeme, cánsame. Y vuelve a explicarme tus proyectos y quereres, y quién eres. Cuando en tu vida toda encuentre el sentido para los trozos de mi vida rota; cuando en tu sufrimiento y en tu cruz descubra el valor de todas las cruces; cuando haga de tu causa mi causa, cuando ya no busque salvarme sino perderme en tus quereres… Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme: Y tú, ¿quién dices que soy yo? Amén.

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