“Yo soy el Buen Pastor”

Oración:

Señor Jesús, Buen Pastor, que das tu vida por nosotros, que nos invitas a seguir tus pasos y actuar como tú lo has hecho, regala a tu Iglesia muchas vocaciones sacerdotales, religiosas y de laicos comprometidos que sean capaces de dar la vida como lo hiciste tú, para que tu proyecto de amor se realice plenamente.

 

Texto Bíblico: Juan 10, 11-18.

Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.

 

Preguntas para reflexionar personalmente o en grupo:

  • ¿Qué diferencias hay entre el buen pastor y el “pastor” que va tras el dinero?
  • ¿Cuáles pueden ser las ovejas que no son del redil de Cristo y que él quiere conducir?
  • ¿Con miras a qué Jesús quiere conducir las ovejas que no están en su redil?

 

Reflexión

A nadie gusta que nos digan que somos un rebaño. Un rebaño quiere decir gente que no piensa, que sigue al que va delante sin preguntarse nada, que no tiene criterio y se deja manipular. Ser un rebaño que sigue a este pastor, Jesús, seguro que no nos sabe mal, al contrario, nos llena de gozo y felicidad.

¿Quién es nuestro pastor? ¿Quién es este que va delante y al que nosotros seguimos? Hace unas semanas celebrábamos aquel momento culminante en el que nuestro pastor se nos daba a conocer. Era el Viernes Santo y escuchábamos conmovidos, el relato de la pasión y muerte de Jesús. Ahora, hoy, en este tiempo gozoso de la Pascua, en la felicidad de celebrar la resurrección del Señor este evangelio nos recuerda quién es Jesús para nosotros. Él es nuestro pastor, queremos seguirle, porque él «da la vida por sus ovejas».

Es en su amor fiel hasta la muerte, donde encontramos el gozo y la felicidad, nadie más nos puede guiar por caminos que merezcan la pena, por caminos que hagan vivir, por caminos por los que nos podamos sentir hombres y mujeres plenos, verdaderos. El amor que él vivió, el amor que él nos enseñó es el único que puede dar felicidad a los hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre. Nuestro pastor nos ama a cada uno personalmente, y nosotros podemos también amarlo personalmente: «Yo conozco a las mías, y las mías me conocen» Es un amor de persona a persona. El encuentro de Jesús y de María Magdalena la mañana de Pascua es nuestro mismo encuentro, el de cada uno de nosotros. Es una corriente de amor entre Jesús, y cada uno de nosotros, con nuestra vida concreta, con nuestros aciertos y nuestras equivocaciones, con nuestros momentos de generosidad y nuestros egoísmos y perezas, con nuestro convencimiento de fe y nuestros olvidos. Él nos ama personalmente, nos llama siempre por nuestro nombre.

«Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil». No se puede ser cristiano sin ser misionero. Cristo es un derecho de todos los hombres. ¡Qué bien entendieron los primeros cristianos la exigencia misionera de la fe! Por eso, los perseguidos en Jerusalén llevan la fe a Samaría. Son como brasas encendidas que, llevadas por el viento del Espíritu, encienden otras hogueras allí donde caen. Jesús, Buen Pastor, ofrece a la humanidad la posibilidad de constituir una sola gran familia. La Iglesia tiene la misión de ser en el mundo sacramento de salvación, de reconciliación y de comunión entre todos los hombres.

 

Reflexión personal

El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, y tú ¿qué puedes hacer para tener las actitudes de Jesús Buen Pastor en tu familia, trabajo, compañeros, en tu comunidad? ¿Qué haces para sentir y actuar como Él?

 

¿Qué compromisos puedo hacer?

  • Recuerda y agradece acontecimientos de tu vida en los que descubres la acción del Buen Pastor, cuidándote, perdonándote, ayudándote, consolándote.
  • Elige a alguien con quien de manera particular debas ser imagen de Jesús Buen Pastor. Como dice el Papa Francisco, «que huelas a oveja» porque estas cerca de ellas.
  • Pregúntate: ¿Soy o no soy «buen pastor» a imagen de Jesús, el único, Buen Pastor? ¿Cómo vivo mi vocación bautismal de ser «otro cristo» en el mundo?
  • Ora por aquellos sacerdotes que han sido buenos pastores para ti: ora por quien te bautizo, por quien te confesó, por aquel que te dio la comunión, etc.                     

 

Oración final:

Señor, tú que conoces a tus ovejas, tú que bien me conoces; tú que sabes de mis actitudes y de mis límites, derrama en mi vida tu amor para que me deje seducir por ti. Actúa en mi vida, Señor, para encuentre en ti la razón de todo lo que soy, hago, pienso y busco, porque Tú eres el sentido de toda mi vida y la razón de todas mis búsquedas y de mis esfuerzos. Amén.