Eso de escuchar ¿para qué sirve?

En Deuteronomio 6 encontramos el anuncio solemne de las diez palabras, y llama la atención que la primera indicación que pide el Señor al pueblo es el Shemá Israel (escucha Israel), ahí comprendemos que la obediencia nace desde el ejercicio de la escucha.

Sin duda, gracias a la escucha comprendemos las necesidades, deseos y preocupaciones de los hermanos, además humanamente nos ayuda a fomentar la empatía y fortalecer las relaciones interpersonales. Así, la escucha desarrolla el aprendizaje, porque la persona al ser escuchada comprende que sus palabras, pensamientos y sentimientos son valorados y respetados. De esta manera creamos espacios seguros para la expresión y el entendimiento mutuos.

Esto último nos hace tomar conciencia, de que nuestra Diócesis, vive un momento de gracia: LA ETAPA DE LA ESCUCHA, suscitado por el Espíritu Santo para rediseñar nuestra vida pastoral en los próximos años. ¿Pero qué importancia tiene la escucha en un itinerario de pastoral en nuestras realidades eclesiales?  Es innegable, que escuchar es esencial en la vida pastoral para brindar comprensión y orientación de quienes se nos acercan.

Es además la manera más efectiva de mostrar esa compasión y amor condicional de quien necesita ser escuchado, en definitiva, se trata de escuchar como lo haría el Señor en los Evangelios (Lc 18, 38-41). Es que no puede haber dudas, de que el “éxito” pastoral está en nuestra capacidad de conocimiento mutuo, en el darnos la posibilidad de acompañarnos y cuidarnos (Jn 10, 11-18). Nuestra Iglesia diocesana, y en palabras de Monseñor José Mario (Cfr. Instructivo de la etapa de la escucha), “con esta etapa busca además construir una sociedad más compasiva a la luz del Evangelio que interpela nuestra manera de vivir”.

En este tiempo de gracia el Señor pide disposición interior, abrir el corazón. Es un momento para reflexionar cómo debemos pastorear en la vida real y reflejarlo en la vida parroquial, y no a lo contrario; darle importancia a los procesos no como una suma de contenidos de otras experiencias, sino partir del encuentro personal con Jesucristo, que es el momento determinante de nuestra vida cristiana (Deus Caritas Est 1); que en nuestras comunidades y realidades eclesiales hayan líderes que comprendan las preocupaciones, esperanzas y desafíos del hoy (Cfr. Lumen Gentium 13), etc. Qué bueno, que en esta etapa comprendamos que es urgente aprender a escuchar para evangelizar.

Finalmente, en esta etapa, qué bueno acoger la recomendación que el papa Francisco regala en estos últimos días, de retomar nuestra adoración ante el Señor en silencio, pues la hemos venido descuidando. El silencio también es un elemento constitutivo para escuchar, en especial para darle prioridad a lo que debemos reflexionar y trabajar con un nuevo impulso. Entonces, oremos para que el próximo 27 de abril en la Jornada Diocesana de la Escucha, recojamos los primeros frutos que Dios nos pide de cara a nuestro próximo Plan Pastoral Diocesano.