Hacia una teología fundamental del sacerdocio

El 19 de marzo, día dedicado al glorioso patriarca san José, se realizó el Simposio sobre Teología Fundamental del Sacerdocio organizado conjuntamente por el Departamento de Ministerios de la Conferencia Episcopal Colombiana, la Universidad san Buenaventura y el Centro de Investigación y Antropología de las Vocaciones (CRAV, por sus siglas en francés), fundado en 2020 por el prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, quien fue, entre otras cosas, invitado de honor a este encuentro.

Una de las novedades, si se me permite la expresión, ha sido mirar no solo el sacerdocio ministerial sino el dirigir la mirada también al sacramento del Bautismo que nos configura con el sacerdocio de Cristo. Podría decirse, en palabras del padre Manuel Vega, que ha sido una mirada al sacerdocio ministerial que coloca todo su ejercicio, su acción evangelizadora en el sacerdocio común de los fieles.

A lo largo de la jornada, se dieron cuatro ponencias en las que se desarrolló, como decíamos, una teología que parte del Sacerdocio de Cristo y desemboca tanto en el sacerdocio común de los fieles, como en el presbiterado.

Monseñor Luis Albeiro Maldonado, obispo de Mocoa-Sibundoy, desarrolló la conferencia de apertura a partir del discurso del papa Francisco en el Simposio sobre el Sacerdocio que se realizó en el 2022 en la ciudad eterna. Parte de una pregunta hecha por el reconocido teólogo Karl Rhaner: “¿Cómo habrá de ser y comportarse el sacerdote de mañana para corresponder de algún modo a lo que le exige su misión?”, para luego adentrarse en el discurso del santo Padre donde podríamos recalcar, entre varias cosas, el llamado de atención que hace el Papa  sobre la importancia de la conciencia bautismal, para evitar caer en la tentación de un sacerdocio sin el Bautismo, es decir, sin la conciencia de la llamada a la santidad. “el sacerdote más que recetas o teorías necesita herramientas concretas con las que confrontar su ministerio, su misión, su cotidianidad”. En términos de San Pablo, a mantener vivo el don recibido de Dios (2Tim 1, 6-7).

Más adelante, se intervino el Cardenal Ouellet sobre la Introducción a la Teología del Sacerdocio, en la que invitó a mirar más hacia el sacerdocio de los fieles: “…me atrevo a invitaros a mirar hacia el futuro ampliando la perspectiva vocacional más allá del sacerdocio de los sacerdotes y hacia el sacerdocio común de los bautizados. Cuando se habla de sacerdocio en el contexto católico, se piensa inmediata y exclusivamente en el sacerdocio de los ministros, ya sean obispos, presbíteros o diáconos. Es como si el Concilio no hubiera dado continuidad a su afirmación del sacerdocio común de los bautizados: Cristo Señor, Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres (cf. Hb 5,1-5), hizo del nuevo pueblo “un reino de sacerdotes para Dios su Padre” (Ap 1,6; 5,9-10). En efecto, por la regeneración y la unción del Espíritu Santo, los bautizados son consagrados para ser casa espiritual y sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, mediante todas las obras del cristiano, y proclamar las alabanzas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable (cf. 1Pe 2,4-10).  (LG 10)”

Por la tarde tuvimos, en la primera parte, las palabras del padre Fidel Oñoro, quien hizo una relectura antropológica del Sacerdocio de Cristo a partir de la carta a los Hebreos y teniendo en cuenta sus estilos literarios y de escritura para decir que la ruta antropológica antes mencionada es la es la perspectiva del misterio cristológico que ahonda de manera particular en la encarnación de Cristo. Es un sacerdocio encarnado.

Finalmente, hizo su intervención el obispo de san José del Guaviare, Mons. Nelson Cardona, quien habló de la complementariedad de los estados de vida recalcando que Jesús llama a todos para unirse en una igualdad y son llamados a conservar la unidad en la que todos compartimos el sacerdocio, profetismo, realeza, radicalidad y responsabilidad, abierta a la comunión.

La jornada terminó con la Santa Eucaristía, presidida por el Cardenal en la que nos dijo, a propósito de la solemnidad de san José: José es el más grande de los patriarcas porque fue y es el más cercano a Jesús, el Salvador. Su testimonio es la perfecta obediencia a la Palabra, a imagen de su mujer María. De ella la Escritura conserva algunas palabras clave, necesarias para la inteligencia del misterio. De José, nada, silencio, un silencio contemplativo porque tenía en casa la Palabra Eterna del Padre en forma humana, su hijo recibido de la plenitud de gracia de María. La figura de José invita a la contemplación, pero también a la acción concreta porque José tuvo que cuidar del niño y de su madre, sostener a la familia y protegerla en sus dolorosas andanzas por Egipto.