Semana Santa tiempo de salvación, momento para la caridad

“Enfermo y me visitaste” (Mt 25, 3)

Habiendo preparado nuestros corazones desde la cuaresma, con obras de penitencia y caridad, iniciamos con toda la Iglesia la celebración del misterio pascual de Jesucristo, es decir, su pasión, muerte y resurrección. De esta forma, la Pascua en la Iglesia, ocupa un lugar preponderante, ella dinamiza y da sentido a las demás celebraciones litúrgicas del año; de ahí que, no tendría ningún valor el domingo como conmemoración de la resurrección si no fuera eco y prolongación de la celebración anual de la Pascua.

Es Jesucristo, el centro de la Pascua y son la pasión, muerte y resurrección los misterios más importantes de su vida pública. Este tiempo ofrece al cristiano la oportunidad de unirse a Jesús su único modelo, en pensamientos, palabras y obras; ya desde la cuaresma la invitación era acrecentar el espíritu de oración (relación con Dios), adquirir la virtud, mediante el dominio de sí, con la práctica del ayuno (relación consigo mismo), y salir al encuentro del prójimo desde la caridad a través de la limosna (relación con los otros).

Por otro lado, la Pascua es ante todo acontecimiento salvador; el Padre Dios, según su designio amoroso no deja que el hombre se pierda por causa del pecado, sino que elige redimirlo, y aunque el pecado no introdujo nada bueno, no podía este poner en peligro el plan de Dios. De este modo, sale a nuestro encuentro el Hijo, quien se encarna por nosotros y nuestra salvación.

“Tanto amo Dios al mundo que le entrego a su único Hijo” (Jn 3,16)

Semana Santa, suele ser ante todo ocasión para multitudes, para el desplazamiento de un lugar a otro y a veces para el recuentro familiar. En este sentido, cabe decir, que se propicia el encuentro con otros, pero lastimosamente no con aquellos que por circunstancias de diversa índole se hayan privados de la salud, y que incluso en algunos casos hacen parte de nuestra propia familia.

Les invito a ir al encuentro de aquel que padece la enfermedad, esto como expresión del mandamiento que Jesús nos otorga, el mandamiento del amor. Dios sale de sí, va al encuentro del hombre necesita, en palabras del mismo Jesús: “no necesitan de médico los sanos, sino los enfermos” (Mt 9, 12) “porque no he venido por los justos sino por los pecadores” (Mt 9, 13).

Es este pues, el momento de salir de sí mismos, de nuestros prejuicios, egoísmos, comodidades, encierros, limitaciones personales o sociales para ir al encuentro de aquel que padece la enfermedad. Como comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria – Palmor – Sierra Nevada, unidos al P. José Ángel Palma (vicentino), hemos querido este año vivir, el mandamiento del amor, el sacerdocio y la institución de la Eucaristía, en tres momentos distintos.

La novedad será que en las horas de la mañana del jueves santo hemos convenido en reunir en el templo con ayuda de la pastoral de la salud a los enfermos, para compartir la Palabra de Dios, administrarle la unción de los enfermos e invitarlos a un ágape; este acto remplazará el lavatorio de los pies, que se realiza en la misa vespertina, signo que en algunas ocasiones puede no decirle nada a los fieles; de allí que se prefiera tener un momento concreto de ejercicio de caridad para con los más necesitados.