Ser cristiano

El cristiano convertido en Cristo ya no es un hombre normal que sigue sus inclinaciones naturales, sino que debe subir de nivel y seguir las “inclinaciones” espirituales, que el Espíritu Santo inspira en cada converso para vivir su historia humana con la misma intención y actitud con que Jesús vivió su vida en la tierra.

Eso implica una lucha ascética, un deseo de ser otro Cristo y servir a Cristo continuando su misión; por eso cada cristiano es parte del cuerpo de Cristo, convirtiéndose en cuerpo “visible” de Cristo por sus acciones y palabras.

¿Quiénes son los miembros de la Iglesia de Jesucristo? Los que creen en Cristo y han recibido por la acción del Espíritu Santo el regalo del perdón de los pecados (entendido el pecado como desconexión con Dios y con los demás, lo cual genera también una desconexión con uno mismo y con la vida).

Ese perdón ocurre en la historia de cada persona cuando cada quien reconoce el amor de Dios (manifestado por Cristo en la cruz y en su resurrección) al recibir en la Iglesia el sacramento del Bautismo, que nos reconecta con Dios, al unirnos vitalmente con Cristo el nuevo Hombre.

Si nos hacemos uno con Jesucristo por su Santo Espíritu, que se convierte en nosotros en su presencia permanente y guía que nos enseña a vivir sirviendo a los demás como lo hizo Cristo, seremos representantes de Jesús dónde quiere que estemos y haciendo lo que hagamos.

¿Acaso podríamos llegar a ser más importantes que Jesús? ¿No será que lo más grande que podemos llegar a ser es como Jesús? Y eso es lo que Dios quiere que seamos: verdaderos hijos suyos por toda la eternidad.

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